Cumpliendo el tópico
que dice que en todo escritor hay un vanidoso en potencia (y en esencia), no me
resisto a transcribir la reseña de LA ÚLTIMA BATALLA que ha perpetrado Paco
Gómez Escribano en el blog "Culturamas".
Si preferís el
original, aquí está el enlace: http://blogs.culturamas.es/pacogomezescribano/2013/06/21/la-ultima-batalla-de-javier-abasolo/,
pero si ya que estáis aquí optáis por leerlo en este blog, aquí viene la
reproducción del artículo.
Son muy pocas las novelas cuyas tramas tocan el tema de ETA.
A priori, puede resultar extraño, habiendo estado ETA presente en la vida
pública durante décadas, pero la realidad es ésta. Historias relacionadas con
la organización las hay a miles, y no solo relacionadas con sus actividades,
sino también con el lado humano (Véanse Tu corazón, Idoia, de José Luis Muñoz, o Y Dios
en la última playa, premio Planeta del 81, de Cristóbal Zaragoza, por poner
solo dos ejemplos), pero novelas, muy pocas. Supongo que hay varios factores
para que esto ocurra y uno de ellos puede haber sido el miedo de los novelistas
a meterse en un jardín que podría traer consecuencias negativas para su carrera
y su persona. Sospecho que otro de los factores puede haber sido el considerar
todo lo relacionado con la organización un tema tabú.
El caso es que Javier
Abasolo nos cuenta en La última batalla (Editorial Erein) una historia en la
que la sombra de ETA planea por toda la trama. En realidad, nos encontramos con
dos novelas diferentes, una narrada con la técnica del narrador omnisciente que
transcurre en el pasado y que nos cuenta la historia de Koldo Ferreira, un activo sindicalista de los astilleros
Euskalduna de Bilbao que acaba militando en ETA por circunstancias personales.
Y otra narrada en primera persona por Mikel
Goikoetxea “Goiko”, un exertzaina metido a detective privado que en este
caso le toca investigar un atentado sufrido por su propio ex jefe en la policía
autonómica, Eneko Goirizelaia. Éste,
inexplicablemente, ya que nunca se había dedicado a las actividades
terroristas, acude a recoger al propio Koldo en el presente a la cárcel el día
de su liberación y ambos son ametrallados.
Con estos mimbres, Javier se monta una novela grandiosa de
cuatrocientas setenta y nueve páginas con la que hace viajar al lector entre
los primeros y convulsos años ochenta y la actualidad. Y digo grandiosa por la
propia historia y por la forma de narrarla, por un lado la primera persona bajo
la perspectiva de Goiko al más puro estilo de la novela negra clásica, y por
otro el narrador omnisciente que aporta variedad y riqueza de escenarios y
perspectivas.
En la novela aparecen policías, yonkis, traficantes, etarras
y un sinfín de personajes perfectamente dibujados que se mueven (excepto un par
de puntuales viajes a Cantabria y a La Rioja) por dos Bilbaos muy diferentes:
el antiguo e industrial del pasado y el moderno del presente. No es la primera
vez que Javier mezcla ambos estilos narrativos en sus novelas consiguiendo
excelentes historias, algo al alcance de muy pocos. Tampoco es la primera vez
que su detective Goiko protagoniza las páginas de una de sus novelas. La
primera en la que aparece es en Pájaros sin alas (Erein, 2010) y repite en La
luz muerta (Erein, 2012),
por tanto, esta es la tercera que protagoniza.
En La última
batalla, que se lee sin necesidad de haber leído las anteriores, el
detective pone su vida en peligro por desentrañar el misterio del atentado y se
ve metido en una vorágine en la que llega a entrever los hilos del poder que
nos gobierna en la sombra. El lector se enfrentará a la lectura de una prosa
fluida con un ritmo trepidante cuyos personajes no son ni del todo buenos ni
del todo malos, sino presas de sus propias circunstancias.
“Goiko” se consolida como uno de los detectives clásicos del
policíaco español y puedo adelantaros que seguirá ejerciendo de llanero
solitario en sucesivas obras de Javier, un escritor al que no se puede perder
de vista, que hereda lo mejor de la tradición narrativa vasca y abandera a toda
una generación de escritores más jóvenes, cabeza visible de la editorial Erein
junto a otro gran novelista, Jon
Arretxe que, por cierto, estrena también novela (612 euros).
La novela nos muestra un mundo pasado por el crisol del
escepticismo de “Goiko”, que tuvo que pedir la excedencia en la Ertzaintza tras
ser acusado falsamente de pederastia. A partir de ahí, su vida cambia, ya que
no todos le apoyaron, empezando por su mujer, que lo abandonó y más tarde murió
asesinada. Un tipo duro, pero en el fondo, rebosante de ternura aunque esta
solo la guarde para sí mismo y sus allegados. Vive de sus honorarios, aunque en
este caso no cobre ni un duro, y gracias a la herencia recibida a la muerte de
su amigo y mentor Arturo Apodaka.
Mención especial merece Koldo Ferreira, el etarra, un tipo
demasiado atormentado que aunque de padres gallegos, acaba militando en ETA
especializándose en la ejecución de traficantes de droga debido a la muerte de
su hermano por sobredosis, con el que el lector llega a identificarse a lo
largo de varios capítulos.
Una novela, en definitiva, muy bien trazada con las dos
técnicas narrativas mencionadas anteriormente, y muy bien documentada, por un
escritor que…, bueno, es que yo soy muy de Abasolo.
Zorionak eta eskerrik asko, Javi.