Los niños del éxodo nos muestra el espejo de la realidad
plasmada en los campos de refugiados desde África hasta la pequeña localidad de
Idomeni, en el municipio griego de Peonia y muy cerca de la frontera con
Macedonia.
Vidas de personas varadas en diferentes
asentamientos improvisados bajo el frío y las peores condiciones de
supervivencia.
Esperanzas rotas, minutos a cambio de
euros y un billete hacia la tierra prometida en el camión de la muerte.
Cruzar toda Europa en el mayor éxodo
humano de los últimos siglos frente a fronteras cerradas, visados devueltos y
burocracia de expedientes sobre la mesa de los gobiernos y a la espera de una
oportunidad.
Los niños del éxodo nos presenta la cara oculta del
tráfico de personas, desaparición de niños y mercado de órganos por todo el
mundo. Un negocio cada día más lucrativo que habita en las sombras, en cifra de
nombres anónimos y números escritos en tumbas que jamás nadie reclamará.
Familias enteras en huida de la guerra
y en la búsqueda de una oportunidad caen vulnerables en manos de traficantes
que no dudarán en vender seres humanos igual que mercancía de usar y tirar,
matar a cambio del silencio, sumar riqueza y ansiar nuevas víctimas para poder
ofrecer y satisfacer la demanda creciente de un riñón, un corazón, una médula.
La realidad que vemos en programas de
televisión plasmada en esta novela a través de un viaje lleno de peligros,
indiferencia y vulnerabilidad de derechos.
Jan Méndez se verá envuelto en una trama
imposible de escapar.
Roberta Reinols contemplará impotente
el secuestro de su hija.
Refugiados varados entre la guerra y un
futuro condenado de alambres, escasa alimentación y aliento de escapar.