Título: YA NO QUEDAN JUNGLAS ADONDE
REGRESAR
Autor: CARLOS AUGUSTO CASAS
Editorial: M. A. R. EDITOR
Trama: Un anciano se reúne todos los
jueves con una prostituta, no para realizar prácticas sexuales sino para
sentirse “vivo” de algún modo, aunque sólo sea fantaseando y hablando con una
mujer joven y guapa. Pero cuando la joven es asesinada, tiene ante sí dos
opciones: O dejarse morir poco a poco, al desaparecer lo único que le
interesaba en la vida, o pasar a la acción y vengar su muerte, para demostrar
al mundo y a sí mismo que sigue estando vivo.
Personajes: El Gentleman, hombre viudo, con un hijo viviendo en el extranjero,
al que muy pocas cosas le anclan ya a la existencia, Tina, prostituta amiga de
la mujer asesinada, que no cree que a nadie le interese lo que les pase a las
de su gremio, la inspectora Iborra, mujer policía con tendencia al alcohol,
desgarrada interiormente porque sigue enamorada de un marido que la ha
abandonado, el subinspector Puertas, subordinado de Iborra, cínico y escéptico,
El Mazas, uno de los pocos amigos del Gentleman, que también considera que su
ciclo vital ya se ha cerrado, Herodes, cerebral, peligroso y frío sicario que,
curiosamente, añora la posibilidad de llevar una vida más convencional y
burguesa, El Chapas, ayudante de Herodes al que éste desprecia por ser
excesivamente impetuoso y no tener cerebro.
Aspectos a Destacar: Novela ganadora del VI
Premio Wilkie Collins de Novela Negra / Estamos ante una novela que nos
recuerda los mejores momentos del género negro clásico utilizando con maestría,
además, un tipo de personajes que no suelen protagonizar dicho tipo de obras,
los miembros de la denominada de un modo políticamente correcto, “Tercera Edad”.
La Frase: ¿Sabes qué es lo peor de hacerse
mayor? No es ni la pérdida de facultades, ni los dolores, ni ninguna mierda de
ésas. Te lo voy a explicar. Llevo viniendo a este bar, ¿cuánto?, lo menos tres
años ya. Y desde que entro hasta que salgo no paro de mirarle las tetas a la
dueña. Con todo el descaro del mundo. Pues en este tiempo no me ha dicho nada.
Ni un “¿te gustan”?, ni tampoco un “¿por qué no se las vas a mirar a tu puta
madre?”. Nada. ¿Y sabes por qué? Porque me observa y ve a alguien inofensivo.
Eso es lo peor de hacerse viejo, que te vuelves inofensivo para el resto del
mundo. Y me jode, no veas cómo me jode.