LA NOVELA: En el invierno de 1876, en plena retirada del ejército carlista hacia los Pirineos, Simón y Andrés, combatientes del bando liberal, desertan y huyen en compañía de una niña a la que han rescatado del cruento saqueo de un caserío. Transcurrido un año de aquellos incidentes, Simón regresa en busca de Andrés para perfilar el extraño suceso que aconteció en pleno bosque en el transcurso de su huida. A su llegada al pueblo del compañero de armas, no obstante, descubre que éste asesinó a la que fuera su novia nada más regresar, y luego puso fin a su propia vida. Simón, incapaz de creer algo semejante, se propone averiguar qué ocurrió. A partir de ese momento, sus huellas se convertirán en un eco de las de Andrés, y su vida quedará ligada a la de los habitantes de Escarza de una manera que poco antes le hubiera parecido inconcebible, y que no permite augurar sino misterios más oscuros.
EL AUTOR: Traductor y escritor español, Eduardo Iriarte (Iruña-Pamplona, 1968) ha trabajado para grandes editoriales traduciendo las obras de Wolfe, Gore Vidal o Elmore Leonard entre otros.
Ganador del premio Gabriel Sijé con su segunda novela en 2005, Sombras lentas que caen y del Logroño de novela por Las huellas erradas, Iriarte sigue con su trabajo editorial al tiempo que continúa con su personal carrera literaria.
Entrevista publicada en el periódico DIARIO DE NAVARRA el 8 de marzo de 2010. Redactora: Ana Zúñiga Lacruz:
Desde que alcanza a recordar, Eduardo Iriarte Goñi ha tenido interés por escribir. Este licenciado en Filología inglesa, diplomado en Traducción y con un máster en Edición ha sentido desde siempre "el ansia" por escribir. Y aunque la profesión de escritor la veía como "algo lejano", ya son cuatro las novelas escritas desde el lejano 2000 en su despacho de Barcelona.
Cuatro obras, que se iniciaron con “Simulacros de vida” (2002), y con las que ha conseguido tres premios: “Sombras lentas que caen”, XXIX Premio Gabriel Sijé en 2005; “Más allá de la fragua”, XI Premio Francisco Umbral en 2008, y “Las huellas erradas”, III Premio Logroño de Novela. Una obra de misterio donde se indaga en los sentimientos del miedo y la culpa.
¿Qué le llevó a escribir esta novela de “Las huellas erradas”?
Una imagen concreta, igual que en mis novelas anteriores. Surgió una imagen de un soldado que volvía del frente, pero en lugar de volver alegre porque volvía de nuevo a su hogar, volvía asustado. Era una imagen que me venía una y otra vez a la mente y no sabía por qué este soldado regresaba con miedo. A partir de esta imagen empecé a desarrollar la historia y la trama de la novela.
Una trama situada en plena época carlista y en un pueblo imaginario de Navarra, Escarza.
Se trata de una historia que podría ocurrir en cualquier época y en cualquier lugar; es una historia universal, por decirlo de alguna manera. De hecho, aunque al principio el telón de fondo era Rusia, tras la Primera Guerra Mundial, me parecía mucho más rico remitirme a los lugares que conozco. Escarza es un pueblo inventado, que conjugaría características de los pueblos navarros de mis padres, Murillo Berroya (situado cerca de los Pirineos) y Abárzuza (Tierra Estella). He tomado rasgos de ambos y los he juntado en un pueblo imaginario. Responde al recuerdo de mi niñez, de los veranos en estos pueblos. En cuanto a la época, la guerra carlista me parece muy interesante porque es una época muy oscura, muy sugerente; los sentimientos están a flor de piel y hay una moral más disipada.
Que afecta a todo los habitantes del pueblo.
En esta novela me interesaba mucho explorar el tema del remordimiento y de la culpa. Y quería explorarlo tanto de manera individual como colectiva: cómo un hecho cometido por una población podía marcar la vida de esa población durante el resto de su existencia.
Recuerda a la conocidísima Fuenteovejuna.
Conscientemente no he querido reflejar unas obras concretas, pero sí que hay lecturas que influyen. Por ejemplo, los Episodios Nacionales de Galdós, que remitían a la época carlista, y las novelas del escritor navarro Pablo Antoñana. De hecho, el protagonista se apellida Antoñana; es mi pequeño homenaje a este autor, que tiene alguna novela sobre la época carlista.
¿La suya se podría considerar histórica?
Tiene carácter histórico porque transcurre en 1876, pero no se ciñe a lo que es el género histórico, porque tiene también mucho de novela de misterio y gótica o anglosajona, entendida como la novela de tintes sobrenaturales, poblada de espectros, que nos cuentan su historia con una voz tan intensa como la de los vivos. Se trata de una amalgama de géneros.
Un recurso que también ha empleado en sus anteriores novelas.
Como lector me gusta encontrar cosas que se salgan de lo establecido y como traductor de novelas históricas, veo que a veces se narran hechos del siglo XIX con técnicas del siglo XIX. Yo prefiero utilizar técnicas del siglo XXI que se basan más en la fragmentación, por ejemplo, y en esta combinación de géneros, que es más rico y más innovador.
¿Cómo influyó ser traductor en la decisión de ser escritor?
Fue esencial, porque aunque escribía para mí, no había abordado la escritura de ninguna novela, pero estuve traduciendo muchas y, de alguna manera, interiorizas los mecanismos de la narrativa. Como traduces todo tipo de libros, ves con mucha claridad qué funciona y qué no, y qué es lo que te gustaría hacer y qué es lo que preferirías evitar. Eso es muy enriquecedor para formarte como escritor, lo mismo que traducir mucha poesía, esencial para desarrollar un estilo propio.
¿Se refleja en su prosa esa poesía?
Se supone que si escribes una novela de misterio, el estilo tiene que ser funcional y muy sencillo, pero yo creo que hay lectores que buscan una trama muy tensa, pero con un estilo en el que se puedan recrear. No hablo de prosa poética, pero sí de dar cierto lirismo a unos pasajes, utilizar ciertas herramientas de una poesía para que el lector pueda disfrutar más con cada párrafo y cada frase.
¿Ha escrito alguna vez poesía?
A la poesía le tengo mucho respeto, hace falta mucha tranquilidad y mucho tiempo. Algo experimenté con mi segundo libro..., pero ahora mismo no me vería capaz de escribir un libro de poesía.
Lo que sí ha escrito son cuatro novelas y ha recibido por ello tres premios.
La verdad es que cada vez que me dan un premio me sorprende, sobre todo este último, porque es un premio muy considerable. Yo siempre procuro escribir lo que me gustaría leer a mí, variando de una novela a otra. A lo que aspiro es a un estilo lo más sobrio y conciso posible, que todo lo que haya en el libro revista interés, que cada frase sea esencial. A veces leo novelas en las que hay muchas cosas prescindibles, y eso es lo que yo intento evitar en mis novelas.
También tiene varios relatos breves.
Sí, aunque lo que me gusta en realidad es la novela; los relatos breves que escribo siempre acaban encontrando lugar, reelaborados y de otra forma, en la novela. Me siento más cómodo en las distancias largas o medias.
¿Tiene preparado algún nuevo proyecto?
Ya tengo bastante adelantada otra novela; hasta me resulta un poco difícil hablar de “Las huellas erradas” porque tengo más presente esta nueva; supone un esfuerzo volver atrás y hablar de la anterior. Se trata de algo distinto a la de “Las huellas erradas”, porque es una novela urbana y contemporánea, en la que utilizo otras técnicas; siempre quiero ensayar algo nuevo y reflejar los temas que me preocupan.
¿Cuáles son esos temas?
Sobre todo, la culpa y el miedo, dos temas muy actuales. Ahora se instiga y se fomenta el miedo y la sensación de culpa en los medios de comunicación, no sé muy bien con qué fin: eres culpable por consumir demasiado, por contaminar... Y para elaborar esta sensación que tengo yo de estos hechos, me gusta aislarme, llevar la trama de la novela a un sitio cerrado, a un microcosmos, en el que poder desarrollar estos temas: el del miedo y el de la culpa.
EL AUTOR: Traductor y escritor español, Eduardo Iriarte (Iruña-Pamplona, 1968) ha trabajado para grandes editoriales traduciendo las obras de Wolfe, Gore Vidal o Elmore Leonard entre otros.
Ganador del premio Gabriel Sijé con su segunda novela en 2005, Sombras lentas que caen y del Logroño de novela por Las huellas erradas, Iriarte sigue con su trabajo editorial al tiempo que continúa con su personal carrera literaria.
Entrevista publicada en el periódico DIARIO DE NAVARRA el 8 de marzo de 2010. Redactora: Ana Zúñiga Lacruz:
Desde que alcanza a recordar, Eduardo Iriarte Goñi ha tenido interés por escribir. Este licenciado en Filología inglesa, diplomado en Traducción y con un máster en Edición ha sentido desde siempre "el ansia" por escribir. Y aunque la profesión de escritor la veía como "algo lejano", ya son cuatro las novelas escritas desde el lejano 2000 en su despacho de Barcelona.
Cuatro obras, que se iniciaron con “Simulacros de vida” (2002), y con las que ha conseguido tres premios: “Sombras lentas que caen”, XXIX Premio Gabriel Sijé en 2005; “Más allá de la fragua”, XI Premio Francisco Umbral en 2008, y “Las huellas erradas”, III Premio Logroño de Novela. Una obra de misterio donde se indaga en los sentimientos del miedo y la culpa.
¿Qué le llevó a escribir esta novela de “Las huellas erradas”?
Una imagen concreta, igual que en mis novelas anteriores. Surgió una imagen de un soldado que volvía del frente, pero en lugar de volver alegre porque volvía de nuevo a su hogar, volvía asustado. Era una imagen que me venía una y otra vez a la mente y no sabía por qué este soldado regresaba con miedo. A partir de esta imagen empecé a desarrollar la historia y la trama de la novela.
Una trama situada en plena época carlista y en un pueblo imaginario de Navarra, Escarza.
Se trata de una historia que podría ocurrir en cualquier época y en cualquier lugar; es una historia universal, por decirlo de alguna manera. De hecho, aunque al principio el telón de fondo era Rusia, tras la Primera Guerra Mundial, me parecía mucho más rico remitirme a los lugares que conozco. Escarza es un pueblo inventado, que conjugaría características de los pueblos navarros de mis padres, Murillo Berroya (situado cerca de los Pirineos) y Abárzuza (Tierra Estella). He tomado rasgos de ambos y los he juntado en un pueblo imaginario. Responde al recuerdo de mi niñez, de los veranos en estos pueblos. En cuanto a la época, la guerra carlista me parece muy interesante porque es una época muy oscura, muy sugerente; los sentimientos están a flor de piel y hay una moral más disipada.
Que afecta a todo los habitantes del pueblo.
En esta novela me interesaba mucho explorar el tema del remordimiento y de la culpa. Y quería explorarlo tanto de manera individual como colectiva: cómo un hecho cometido por una población podía marcar la vida de esa población durante el resto de su existencia.
Recuerda a la conocidísima Fuenteovejuna.
Conscientemente no he querido reflejar unas obras concretas, pero sí que hay lecturas que influyen. Por ejemplo, los Episodios Nacionales de Galdós, que remitían a la época carlista, y las novelas del escritor navarro Pablo Antoñana. De hecho, el protagonista se apellida Antoñana; es mi pequeño homenaje a este autor, que tiene alguna novela sobre la época carlista.
¿La suya se podría considerar histórica?
Tiene carácter histórico porque transcurre en 1876, pero no se ciñe a lo que es el género histórico, porque tiene también mucho de novela de misterio y gótica o anglosajona, entendida como la novela de tintes sobrenaturales, poblada de espectros, que nos cuentan su historia con una voz tan intensa como la de los vivos. Se trata de una amalgama de géneros.
Un recurso que también ha empleado en sus anteriores novelas.
Como lector me gusta encontrar cosas que se salgan de lo establecido y como traductor de novelas históricas, veo que a veces se narran hechos del siglo XIX con técnicas del siglo XIX. Yo prefiero utilizar técnicas del siglo XXI que se basan más en la fragmentación, por ejemplo, y en esta combinación de géneros, que es más rico y más innovador.
¿Cómo influyó ser traductor en la decisión de ser escritor?
Fue esencial, porque aunque escribía para mí, no había abordado la escritura de ninguna novela, pero estuve traduciendo muchas y, de alguna manera, interiorizas los mecanismos de la narrativa. Como traduces todo tipo de libros, ves con mucha claridad qué funciona y qué no, y qué es lo que te gustaría hacer y qué es lo que preferirías evitar. Eso es muy enriquecedor para formarte como escritor, lo mismo que traducir mucha poesía, esencial para desarrollar un estilo propio.
¿Se refleja en su prosa esa poesía?
Se supone que si escribes una novela de misterio, el estilo tiene que ser funcional y muy sencillo, pero yo creo que hay lectores que buscan una trama muy tensa, pero con un estilo en el que se puedan recrear. No hablo de prosa poética, pero sí de dar cierto lirismo a unos pasajes, utilizar ciertas herramientas de una poesía para que el lector pueda disfrutar más con cada párrafo y cada frase.
¿Ha escrito alguna vez poesía?
A la poesía le tengo mucho respeto, hace falta mucha tranquilidad y mucho tiempo. Algo experimenté con mi segundo libro..., pero ahora mismo no me vería capaz de escribir un libro de poesía.
Lo que sí ha escrito son cuatro novelas y ha recibido por ello tres premios.
La verdad es que cada vez que me dan un premio me sorprende, sobre todo este último, porque es un premio muy considerable. Yo siempre procuro escribir lo que me gustaría leer a mí, variando de una novela a otra. A lo que aspiro es a un estilo lo más sobrio y conciso posible, que todo lo que haya en el libro revista interés, que cada frase sea esencial. A veces leo novelas en las que hay muchas cosas prescindibles, y eso es lo que yo intento evitar en mis novelas.
También tiene varios relatos breves.
Sí, aunque lo que me gusta en realidad es la novela; los relatos breves que escribo siempre acaban encontrando lugar, reelaborados y de otra forma, en la novela. Me siento más cómodo en las distancias largas o medias.
¿Tiene preparado algún nuevo proyecto?
Ya tengo bastante adelantada otra novela; hasta me resulta un poco difícil hablar de “Las huellas erradas” porque tengo más presente esta nueva; supone un esfuerzo volver atrás y hablar de la anterior. Se trata de algo distinto a la de “Las huellas erradas”, porque es una novela urbana y contemporánea, en la que utilizo otras técnicas; siempre quiero ensayar algo nuevo y reflejar los temas que me preocupan.
¿Cuáles son esos temas?
Sobre todo, la culpa y el miedo, dos temas muy actuales. Ahora se instiga y se fomenta el miedo y la sensación de culpa en los medios de comunicación, no sé muy bien con qué fin: eres culpable por consumir demasiado, por contaminar... Y para elaborar esta sensación que tengo yo de estos hechos, me gusta aislarme, llevar la trama de la novela a un sitio cerrado, a un microcosmos, en el que poder desarrollar estos temas: el del miedo y el de la culpa.