Título: LOS MUERTOS NO COMEN YOGURES
Autor: TXEMI PARRA
Editorial: EDICIONES OBLICUAS
Trama: Cuando un estudiante de
Criminología escucha una fuerte discusión en su pequeña comunidad de vecinos y
posteriormente se da cuenta de que uno de sus vecinos ha desaparecido y observa
también que hay restos de sangre, deduce inmediatamente que alguien ha sido
asesinado y empezará una loca investigación acompañado por un compañero de
estudios tan entusiasta como él.
Personajes: Pier Luigi Zunzungegui, estudiante de Criminología, hijo
de vasco y napolitana, que ha intentado en varias ocasiones, sin suerte,
hacerse policía y en la actualidad sueña con trabajar como detective privado, Walter
Porfirio Cortés, amigo y compañero de Pier Luigi, marido de la embajadora de
Perú, tranquilo y reposado, aunque en ocasiones saca a relucir un fuerte
carácter, Minerva, joven dependienta de un establecimiento de lencería, por la
que Pier Luigi se siente atraído, España, mujer que se dedica a efectuar
labores de limpieza en el domicilio del vecino desaparecido, el inspector
Bragado, un policía a la vieja usanza al que no le gusta que Pier Luigi meta
sus narices donde no le corresponde, Rufino Galán, vecino de Pier Luigi,
crítico de cine y teatro, de carácter hosco y antipático, Guillermo Limón y
Alba Clara Palomares, también vecinos de Pier Luigi, el primero dentista y la
segunda una traductora que sueña con que un hombre la seduzca.
Aspectos a Destacar: Definida por el propio
autor como una novela “casi policial”, pletórica de sentido del humor y con
unos giros narrativos propios de la mejor comedia de enredo, se mantiene una
intriga en la que al final no nos interesa tanto saber qué es es lo que ha
ocurrido --aunque lógicamente tiene su importancia y en ese sentido la novela
no defrauda-- sino si el entusiasta detective involucrado en el asunto ha
acertado en sus premisas y conclusiones.
La Frase: Aterrizar en este planeta es un
procedimiento costoso, al margen del número de actividades sexuales que se
precisen en cada caso, hay un embarazo de obligado cumplimiento y un parto que
para unos puede ser una sencilla evacuación y para otros la primera experiencia
traumática de su corta vida. Pero despegar es bien distinto. Para desaparecer
no hay plazos, no hay reglas preconcebidas, no hay un manual de instrucciones,
y el número de probabilidades de hacerlo de una manera diferente es infinito.