Título: AGUA SUCIA
Autor: ANTONIO RODRÍGUEZ DEL CASTILLO
Editorial: LEER-E - IBUKU (DIGITAL)
Trama: La colisión entre dos barcos en aguas
próximas a Jerez tan sólo parece traer complicaciones a la compañía de seguros,
que tenía cubiertas las pólizas de los dos buques, por eso mismo el trabajo que
tiene que hacer el perito encargado del asunto no parece complicado. Pero el
hecho de que se vaya extendiendo una marea negra que tanto autoridades como
armadores pretenden negar, así como la aparición de una serie de cadáveres,
acabará por complicar la historia.
Personajes: Jacinto Reyes, antiguo estudiante
de Derecho reconvertido en perito de una compañía de seguros, separado,
desengañado y escéptico, marcado por una relación que tuvo en el pasado, Alicia
García, abogada de alto nivel, que cuando estudiaba Derecho tuvo una relación
intermitente y complicada con Jacinto, Silvia Ocampo, viuda de un oficial de
uno de los barcos siniestrados, que aparentemente se suicidó tras el accidente,
el inspector Zamora, agente de la policía que parece tener con Alicia una
relación más estrecha que la meramente profesional, Alfredo Román, forense de
extrañas maneras que aunque no parece querer implicarse en el caso intenta
convencer a Jacinto para que profundice en lo ocurrido, Mustafá, guía de
Jacinto y Silvia por la ciudad de Tánger, aunque en ocasiones parece ser algo
más que un guía.
Aspectos a Destacar: Con una anécdota baladí, pero
desgraciadamente más habitual de lo que desearíamos, las colisiones de buques
en la costa y sus consecuencias, el autor crea una novela de intriga en la que
se disecciona la complicidad entre autoridades políticas y económicas a la hora
de tapar desastres naturales y algunos no tan naturales, así como los nuevos
tipos de delincuencia producida por la hoy tan en boga “globalización” / La situación
del narrador (Jacinto Reyes), que cuenta su historia en primera persona, pero
mientras se encuentra ingresado en prisión, lo que añade un toque de tensión
extra a la historia.
La Frase: Es simple el funcionamiento de un tren, el
vagón que va delante tira del que le sigue. Este mecanismo tan sencillo no es
aplicable a nuestras vidas porque, por lo general, los que van delante no se
preocupan de tirar de los que vamos detrás y, a su vez, los que vamos en la
cola no tenemos otra meta que posicionarnos en la cabeza sin importarnos los
medios; esa es nuestra condición.