LA NOVELA: Barcelona, 1952: quedan pocas
semanas para el Congreso Eucarístico, y la consigna oficial es dar una imagen
impoluta de la ciudad, pues está en juego la legitimidad internacional del
Régimen.
Ana Martí,
novata cronista de sociedad de La Vanguardia, encontrará en el encargo de
cubrir el asesinato de Mariona Sobrerroca, una conocida viuda de la burguesía,
su oportunidad para escribir sobre temas serios. El caso ha sido encomendado al
inspector Isidro Castro de la Brigada de Investigación Criminal, un hosco
policía de doloroso pasado, que tendrá que aceptar de mala gana que Ana cubra
la investigación.
Pero la
joven periodista pronto descubrirá nuevas pistas que se apartan de la versión
oficial de los hechos y recurre a la ayuda de su prima Beatriz Noguer, una
eminente filóloga. Lo que en principio parecía una inofensiva consulta
lingüística sobre unas misteriosas cartas encontradas entre los papeles de la
difunta se convertirá en el inicio de una serie de revelaciones en las que
están implicadas personas muy influyentes de la sociedad barcelonesa…
En medio de
un ambiente hostil poblado de funcionarios y políticos corruptos, porteras
entrometidas, policías violentos, prostitutas y ladrones de buen corazón, la
inteligencia y el arrojo de Ana y los conocimientos lingüísticos y literarios
de Beatriz serán sus únicas armas para resolver el caso.
LAS
AUTORAS:
Rosa
Ribas: nació en 1963
en el Prat del Llobregat (Barcelona). Estudió Filología Hispánica en la
Universidad de Barcelona, y desde 1991 reside en Alemania, en Fráncfort. Hasta
el momento ha publicado seis novelas: El pintor de Flandes (2006),
La detective miope (2011), la novela por entregas Miss Fifty
(2012) y la trilogía policiaca protagonizada por la comisaria
hispano-alemana Cornelia Weber-Tejedor, traducida con gran éxito al alemán.
Sabine
Hofmann: nació en
1964, en Bochum, Alemania, pero actualmente vive en la pequeña ciudad de
Michelstadt. Estudió Filología Románica y Germánica, y trabajó varios años como
docente en la Universidad de Fráncfort. Allí conoció a Rosa y empezó una larga
amistad que la escritura conjunta de Don de lenguas, lejos de
destruir, ha afianzado