Amir Valle, más con generosidad que con sentido crítico, ha
escrito en la revista cultural digital, OTRO LUNES,
un artículo sobre mis novelas que reproduzco
Conocer al narrador español José
Javier Abasolo hace unos, durante la Semana Negra de Gijón, fue una
verdadera suerte. Desde entonces persigo sus novelas. Y me parece uno de los
escritores españoles que más contribuciones serias hace al género de la novela
negra como espejo crítico de la actual sociedad española (y vasca, en su caso
particular), aún cuando él mismo haya dicho que no considera que la novela
aleccione a nadie.
Ya en Nadie es
inocente planteaba un argumento original: un
sacerdote vinculado en su juventud a ETA desaparece junto a una enigmática y
hermosa mujer, con las arcas llenas de dinero robado a su iglesia y será
perseguido por otro sacerdote que alguna vez fue policía antes de ordenarse.
Entre estos personajes se creará una especie de juego a la ruleta rusa donde la
única bala escondida dentro del revolver que cada uno apuntará a su cabeza
apuntará no a ellos sino a la violencia y a las razones de la violencia en el
País Vasco.
En Hollywood-Bilbao, a partir del
asesinato de un miembro de un equipo de filmación que rueda una película de
intriga en Bilbao, se desatará un grupo de respuestas a la incomodidad del
personaje, que se siente utilizado como una burda pieza en manos de una
multinacional cuando lo colocan en el servicio de seguridad de la productora de
Hollywood mientras se filma la película sobre asesinatos ocurridos en Bilbao
durante el franquismo, en momentos en que los jerarcas nazis, en pleno proceso
de derrota, comienzan su carrera de huída hacia otras tierras. Una novela ésta
donde lo psicológico y lo histórico adquieren una presencia tan fuerte que casi
se convierten en personajes.
En Antes de
que todo se derrumbe, ese, el derrumbe de un edificio personal levantado a
partir de una mentira que resultó conveniente al personaje principal, Manuel
Aldazábal, sirve de entramado para acercarse a las caras ocultas detrás de las
supuestas verdades políticas en la España anterior a la democracia. Pues cuando
por un error del destino el protagonista, un hombre en realidad mediocre, se ve
convertido en un líder de la lucha por la democracia en el Euskadi de los años
setenta, aprovechándose oportunistamente de ese error, la sátira cubrirá toda
la trama para transformarse en un mecanismo de crítica muy aguda, a partir del
instante en que la gran mentira de este hombre se ve amenazada por una simple
llamada telefónica.
La otra de las novelas que he leído de Abasolo, publicada este año, es La luz muerta. Y lo que más llamó mi atención en esta novela es algo que,
en todas sus obras, resultaba un leitmotiv en Agatha Christie: la sospecha salta de un personaje a otro, una y
otra vez, confundiendo al lector sobre las señales reales que pueden ofrecer
luz sobre el caso que, en la novela citada gira en torno a numerosas muertes.
Durante un buen tiempo, a la sala de autopsias de Andoni Zubikarai, forense del
Instituto de Medicina Legal en el País Vasco, llega un número demasiado
sospechoso de cadáveres de jóvenes, fallecidos todos debido al consumo de
droga: heroína de alta pureza. Pero la llegada de una de esas jóvenes, llamada
Erika, a la cual no se le vincula en lo más mínimo como una consumidora
habitual crea el espacio para que el detective Mikel “Goiko” Goikoetxea se vea
forzado a buscar la verdad escondida detrás de aquellas muertes en el entorno
siempre complejo, marginalmente, de Bilbao.
Y en todas estas novelas, insisto, la mirada del escritor hurga en
entresijos de esa aparente cotidianidad en la que, también, se mata por amor,
por odio, por celos, porm egoísmo, por dinero, o simplemente por supervivencia;
una cotidianidad que, de tanto vivirla agitados en nuestros propios problemas,
creemos simple y aburrida, sin imaginar que entre sus sombras se producen cambios
muy violentos, historias muy desgarradoras, un contrapunteo de fuerzas entre la
historia cotidiana y la vida misma, marcas a sangre y cuchillo en fin que dejan
huella en el tronco de esa sociedad que tan bien Abasolo refleja.