Título: EL PREMIO
Autor: MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
Editorial: PLANETA
Trama: Un financiero en horas bajas, deseando limpiar su
nombre, conovoca el que va a ser el premio de novela mejor dotado de España
(cien millones de pesetas de los años 90), para lo que reunirá en una cena
preparada a tal efecto a la crème de la crème de la literatura, la política y
el mundo financiero. Pero antes de proclamar quién ha ganado el tan codiciado
premio aparece asesinado, con lo que todo puede irse al traste.
Personajes: Pepe
Carvalho, detective privado de vuelta de todo, tras haber sido militante del
PCE y agente de la CIA, aficionado a quemar libros y a la buena comida y bebida,
Lázaro Conesal, empresario mimado por los sucesivos gobiernos de la democracia
que se encuentra en horas bajas, pero ha decidido morir matando, Álvaro, hijo
del anterior, joven con varios másters que parece haber estado siempre a la
sombra de su padre, aunque con ideas propias, Oriol Sagalés, escritor
cincuentón, el más viejo de las jóvenes promesas literarias españolas, Regueiro
Souza, socio de Conesal con el que no se lleva muy bien, Iñaki Hormazabal, otro
socio de Conesal, apodado “el asesino de la Telefónica”, porque es a través del
teléfono como absorbe y destroza empresas, Alma Pondal, la mejor novelista ama
de casa de su generación, Andrés Manzaneque, el mejor poeta y novelista gay de
las dos Castillas, un “innominado” Premio Nobel, que responde a las
características desorbitadas y excesivas de un “auténtico” Premio Nobel,
Pomares Ferguson, bodeguero andaluz miembro del Opus Dei, Jesús Aguirre, duque
consorte de Alba, Carmen Alborch, ministra de Cultura de la época y Joaquín
Leguina, a la sazón presidente de la Comunidad de Madrid haciendo, a su pesar,
de ellos mismos, Mudarra Daoiz, académico de la lengua (española) indignado por
el supuesto genocidio que está sufriendo el castellano en Catalunya.
Aspectos
a Destacar: La habilidad con que el
autor, con una mirada entre compasiva y paródica, desnuda los vicios, egos
infantiles y debilidades del mundo literario y editorial, riéndose incluso de
sí mismo a través del personaje de Sánchez Bolín (y es que para reírse de los
demás primero hay que saber reírse de uno mismo), así como de los mucho más crueles
mundos de la economía especulativa y del pelotazo y del mundo político que le
rodea y jalea.
La
Frase: La burocracia soviética llegó
a situar también la economía por encima de la persona. Había que cumplir los
planes quinquenales independientemente de que aportaran bienestar económico a
las personas. Obedecían a una lógica burocrática y si se había decidido fabricar
treinta billones de corchetes, pues se fabricaban. Y más o menos la cosa
funcionó hasta que la burguesía creada por el sistema y los profetas de los
derechos humanos empezaron a sembrar cizaña y decir que las personas estaban
por encima de la economía. La finalidad capitalista es muy parecida, pero no
está orientada a que a los burócratas les salgan las cuentas, sino a que nos
salgan a los que controlamos el sistema.