Título: IRA DEI, LA IRA DE DIOS
Autor: M. GAMBÍN
Editorial: ROCA
Trama: En La Laguna (Tenerife) un asesino en serie
lleva ya dos muertes de personas aparentemente no relacionadas entre sí, a las
que les corta el cuero cabelludo, como si imitara las películas del Oeste. Lo
curioso del caso es que doscientos años atrás, cuando no existía el cine, hubo
otro asesino que usaba el mismo método en la ciudad, lo que hará que por el
caso se interese no sólo la policía sino también una arqueóloga y un archivero,
entre otros personajes.
Personajes: Marta Herrero, joven e
independiente profesora universitaria, arqueóloga, que ayudará a la policía a
solventar algunos problemas técnicos lo que le llevará a implicarse
personalmente en el caso, Antonio Galán, inspector de policía antiguo compañero
de Marta en la Universidad, aunque algo mayor que ella, serio y concienzudo,
Luis Ariosto, inspector de Hacienda en excedencia, miembro de una familia
tinerfeña tradicional y adinerada, amigo del inspector Galán, cuyo
"dilettantismo" le hará participar en la investigación por pura diversión,
Sandra Clavijo, periodista recién licenciada que acaba de entrar en un
periódico y por casualidad consigue la exclusiva de los asesinatos, aferrándose
a ellos como modo de ascender profesionalmente, Pedro Hernández, responsable
del Archivo Histórico Provincial, amigo de Marta.
Aspectos a Destacar: La forma de ensamblar los
aspectos históricos, e incluso arqueológicos, de la ciudad, en una historia que
se desarrolla en la época actual con una trama verosímil y realista, aun
utilizando elementos aparentemente fantásticos, si bien con una explicación
final totalmente lógica y coherente, alejada de esoterismos.
La Frase: El arma era muy
antigua, más de quinientos años, pero su conservación era perfecta. La hoja
estaba afilada y lustrosa, y el brazo que la empuñaba era fuerte. El designio
al que estaba destinada exigía que así fuera. Y así era. El hombre que esperaba
en la oscuridad se encargaba de su mantenimiento con una mezcla de orgullo y
responsabilidad. Era consciente de que no podía servir a un fin más alto. Por
eso estaba allí, para cumplir su misión.