Título: ESTILO INDIRECTO
Autor: MANUEL QUINTO
Editorial: JÚCAR
Colección: ETIQUETA NEGRA
Trama: Un grupo de amigos que se acercan a la cuarentena
se reúnen en la casona rural de uno de ellos para pasar unos días tranquilos,
comiendo, bebiendo y lo que surja. Una de las invitadas, enfermera en un
hospital, les informa de un extraño suceso acaecido ese día, el ingreso casi
clandestino de una mujer rubia de la que nadie sabe nada, ni siquiera los
médicos y enfermeras del centro, lo que hará que especulen con lo sucedido,
sobre todo cuando posteriormente aparezca calcinado por completo, en un bosque
azotado por un incendio, el cadáver sin identificar de una mujer.
Personajes: El
narrador, un imaginativo escritor de novelas policiales, propietario de la casa
en la que se reúnen y que aún no se ha recuperado del todo de un fracaso
matrimonial, Celia, enfermera argentina que salió de su país huyendo de la
represión de la dictadura militar, hecho que aún la tiene marcada, Ricardo, viejo
amigo del narrador, de cuando militaban en el Partido Comunista, de vuelta de
todo y cuya máxima afición y preocupación es la gastronomía, Víctor, otro de
los viejos compañeros del narrador y Ricardo, que al contrario que éste aún se
mantiene en la lucha como líder sindical, Jacinto e Iriarte, pareja gay amigos
de los anteriores, el primero más racional y reflexivo, el segundo un artista
de espíritu impulsivo y anárquico, Rogelio, amigo de la infancia del narrador,
con el que solía jugar a inventarse historias de detectives y que, si la
ocasión lo merece, sigue jugando a eso, El Sonao, policía famoso por su
brutalidad, amparándose en la impunidad que le proporcionan sus superiores.
Aspectos
a Destacar: El propio título de la
novela, “Estilo indirecto”, nos da la pista de que nos encontramos, de hecho,
ante un juego meramente intelectual. No estamos, por lo tanto, ante una novela
en la que un superdotado detective desentraña sentado en la más cómoda butaca
orejera de su salón un crimen, sino ante una serie de especulaciones de un
grupo de amigos que, sin embargo, aparecen completamente racionales y capaces
de acertar plenamente al interpretar, a su modo, esa serie de extraños sucesos.
La Frase: El
oficio de policía marca que no veas, claro, admitió Iriarte. No vamos a ser
anarcos de salón y decir que todos los polis son unos degenerados, razonaba
Jacinto. Hay gente detrás de ellos que los mueve y les obliga a cometer
perrerías. Más importante que la mano armada es el que la sostiene y la anima a
disparar.