Título: LA HIJA DEL TIEMPO
Título
original: THE DAUGHTER OF TIME
Autora: JOSEPHINE TEY
Editorial: RBA
Trama: Alan Grant, inspector de Scotland Yard, se
encuentra recluido en una habitación de un hospital a causa de un accidente
doméstico. Aburrido y sin nada especial que hacer, llega a sus manos un retrato
de Ricardo III, quizás el rey más odiado por los ingleses. Interesado por su
figura y pensando, tras estudiar el retrato, que su cara no es la del asesino
despiadado del que todos hablan, decide investigar, con la ayuda de un
estudiante de Historia, si los crímenes que se le achacaron fueron reales o
imaginarios.
Personajes: Alan Grant, inspector de Scotland
Yard, serio y riguroso, buen fisonomista y muy observador, por lo que ha
adquirido, con el paso del tiempo, la capacidad de "adivinar", por el
retrato, el carácter de las personas, Marta, Brent Carradine, joven estudiante
de origen norteamericano, lo que le libra de prejuicios al tratar los temas
británicos, apasionado de la historia y que no desdeña aceptar nuevas teorías,
Marta Hallar, actriz amiga de Grant, culta y de personalidad arrolladora, la
Enana y la Amazona, sobrenombre que Grant da a sus dos enfermeras, de carácter
opuesto ambas pero a las que sólo les interesa que Grant se comporte como un
"buen enfermo", el sargento Williams, subordinado de Grant y leal a
él, eficaz en su trabajo aunque desinteresado por otro tipo de "historias".
Aspectos a Destacar: La habilidad con que la autora
se sirve de una trama detectivesca y del personaje más habitual en sus novelas
policíacas, el inspector Grant, para revisar la figura del rey inglés más
polémico en la historia, Ricardo III / En 1990 la "Asociación de
Escritores de Novela Negra" la declaró como la mejor novela de misterio de
la historia.
La Frase: No era posible, decía, clasificar los
rostros, pero sí caracterizarlos uno por uno. En una revisión de un célebre
juicio, por ejemplo, donde las fotografías de los principales involucrados se
mostraron por una cuestión de interés ciudadano, nunca hubo dudas de quién era
el acusado y quién era el juez. De vez en cuando, un abogado, por su aspecto,
podría haberse cambiado por el prisionero que estaba en el banquillo, a fin de
cuentas, los abogados son una simple muestra de la humanidad, tan proclives a
las pasiones y a la avaricia como el resto, pero los jueces poseen una cualidad
especial, integridad e imparcialidad.