Título: LOS PAPELES DE TONY VEITCH
Título
original: THE PAPERS OF TONY
VEITCH
Autor: WILLIAM McILVANNEY
Editorial: SALAMANDRA
Colección: SALAMANDRA BLACK
Trama: Que un alcohólico de avanzada edad acabe muriendo de
un modo solitario en un hospital de Glasgow es algo que no extraña a nadie.
Incluso si parece que ha sido asesinado, ya que eso, en realidad, lo único que
habría hecho sería acelerar en unos pocos días o semanas un suceso que todo el
mundo preveía. Salvo que tome cartas en el asunto el único policía de la ciudad
que cree que todas las víctimas tienen el mismo derecho a que se les haga
justicia.
Personajes:
Jack Laidlaw, inspector de la Brigada
de Homicidios de Glasgow, que aún cree en su trabajo y siempre busca lo que está
más allá de la verdad aparente, Mickey Ballater, viejo matón de Glasgow
que, aunque hace tiempo que se fue, vuelve a su ciudad natal atraído por la
posibilidad de hacerse con una buena cantidad de dinero, Milligan, policía de
Glasgow, no muy amigo de Laidlaw y más pragmático y contemporizador que éste, Linsey
Farren, joven aristócrata atraída por el lado oscuro de la ciudad, Cam Colvin, uno
de los líderes de la delincuencia en Glasgow, que no se anda con
contemplaciones si alguien o algo lo molesta, Macey, confidente de la policía
que se codea con lo más “selecto” del crimen organizado de la ciudad, Brian
Harkness, joven ayudante de Laidlaw, al que en cierto modo admira aunque no
siempre le comprenda ni esté de acuerdo con lo que hace, Dave McMaster, uno de
los hombres de Cam Colvin, amante de Linsey Farren y seducido por el “nuevo
mundo” que ésta le enseña, Bob Lilley,compañero y amigo de Laidlaw, al que
intenta hacer volver a la realidad cuando se pierde en sus divagaciones.
Aspectos
a Destacar: La presente novela es la
segunda de la trilogía dedicada a Laidlaw, con la que McIlvanney puso los
cimientos de la novela negra escocesa, lo que ha sido llamado el “tartan noir”
/ El humanismo que desprende la historia y su personaje principal, lo que le
acerca a alguno de los clásicos del género como Raymond Chandler.
La Frase: Todos
importaban; o todos o ninguno. Se acordó que de adolescente se esforzaba en
afrontar las cuestiones trascendentales de la existencia como si nadie lo
hubiera hecho antes. Desde la fase “¿Por qué estamos en el mundo?”, por así
decirlo. A veces andaba por la vida como si llevara escrito en la frente la
pregunta del día: ¿Existe un Dios? ¿Cuál es el sentido de la vida? Hoy podía
sonreír al recordarlo, pero la suya era una sonrisa de tristeza.