Daniel Bilbao es un escritor que al sumergirse en la novela negra con su novela Marca de fuego no ha dudado en sumarse a esa corriente cada vez más en boga del mestizaje de géneros, al ser al mismo tiempo una obra de anticipación. Un mestizaje que lejos de ser negativo para el género negro demuestra su capacidad y versatilidad para adaptarse a las diferentes épocas, tendencias y gustos literarios.
MARCA DE FUEGO:
Año 2035. En el ocaso de las democracias, la mitad más próspera del planeta está bajo el protectorado de las Marcas Globales. Sin embargo, en los territorios controlados por las Ciudades Estado de Al-Andalus conviven múltiples razas y culturas a pesar de las carencias que padecen.
El mundo conocido se halla bajo el control, de las “Marcas Globales”, antiguas multinacionales que han sustituido definitivamente las anticuadas estructuras estatales en la mayor parte del antiguo mundo civilizado con excepciones como algunas ciudades estados o repúblicas independientes. En algunas de esas ciudades se producen una serie de asesinatos, al parecer producidos por un psicópata, y Eneko Anboto, alias Bolto, un “Hombre Bueno” como se les llama a los justicieros, antiguo policía de la República independiente de Euskadi y que entre sus cualidades posee las de ser de disparo fácil, mente rápida y una moralidad muy personal, será el elegido para investigar qué o quién está detrás de esos asesinatos, aunque para eso deba enfrentarse a los todopoderosos accionistas de las Marcas Globales que controlan Marbella y su entorno como si de una “reserva” o parque temático para millonarios se tratara.
Estamos por tanto ante una novela negra enmarcada en un sorprendente y verosímil futuro cercano. Más allá de una trama dura y controlada, tejida con unos personajes memorables, nos vemos inmersos en un mundo donde muchos de los problemas actuales, como la escasez de agua, la corrupción o la influencia de las multinacionales, han llegado a una lógica e inquietante conclusión.