jueves, 23 de julio de 2009

OPERACIÓN NOSTALGIA: MI PRIMERA "SEMANA NEGRA"

Cuatro días después de que se cerrara la "XXII edición de la Semana Negra de Gijón", a la que no he podido asistir (y ya van tres años sin pisar el recinto festivo, tendré que poner justo remedio en el 2010), no he podido sentir un pequeño ramalazo de nostalgia al recordar “mi primera semana negra”, y es que las primeras veces casi nunca se olvidan.
Fue hace ya doce años. Yo había publicado en marzo de 1997 mi primera novela, Lejos de aquel instante, con la que había obtenido el "Premio de Novela Prensa Canaria", cuando a mediados de mayo o principios de junio recibí una llamada telefónica proveniente de Justo Vasco. En realidad quien contestó a la llamada fue Lourdes, una compañera de trabajo que me avisó, un tanto asustada, que me llamaban “no sé si he entendido mal”, decía, “pero creo que es de algo así como la Semana Negra”.
Era, en efecto, algo así como la Semana Negra y debo decir que el que me invitaran a un festival que hasta entonces sólo conocía por las noticias de prensa, me produjo una gran ilusión, lo mismo que el saber que mi novela estaba preseleccionada para el "Premio Hammett", que finalmente ganó Javier Azpeitia, con Hipnos, lo que sinceramente no me produjo ninguna decepción, ya que el haber sido seleccionado como finalista era para mí un galardón más que suficiente, además, cuando leí la novela ganadora, comprendí que era un premio bien merecido.
Aquella primera vez decidí que no quería perderme el famoso “Tren Negro” así que opté por dar un buen rodeo y en lugar de ir directamente desde Bilbao a Gijón salí de madrugada a Madrid para llegar a tiempo al desayuno previo a la salida del tren. Fue allí donde conocí, por fin, a Justo Vasco, que desde el primer momento se empeñó en integrarme en la “manada negra” y que me sintiera a gusto, cosa que consiguió. Él mismo me presentó a Javier Azpeitia y más tarde a otros muchos “semaneros”, tanto escritores, como miembros de la organización o simples aficionados.
En el tren pude entablar conversación con gente tan interesante como Goran Tocilovac o el peruano Alfredo Pita y posteriormente con otros muchos más, como el que fue mi compañero de habitación, Leonardo Padura.
Con el transcurso de los años he conocido a gente de todo tipo que me ha ofrecido su amistad, empezando por el propio factótum de la Semana, Paco Ignacio Taibo II y sus colaboradores, entre los que quiero destacar al para mí siempre entrañable Justo Vasco y su mujer, Cristina Macía, a escritores como Mariano Sánchez Soler, José Luis Muñoz, Miguel Agustí o Lorenzo Lunar, profesores universitarios como Ricardo Landeira, especialistas en el género como Claude Mesplède o a Zeki, el fundador de LA GANGSTERERA y uno de los mayores agitadores que ha tenido el género negro en España. Incluso se ha dado el caso de que a dos brillantes y exitosos escritores de mi tierra, Juan Bas y Toti Martínez de Lezea, les conocí en Gijón y no en Bilbao.
He asistido a presentaciones de libros (míos o de otros escritores), mesas redondas (como participante o como público), debates, exposiciones, recitales poéticos. He comido y bebido, he comprado libros (más que los que vendía, me temo), incluso he conseguido gratuitamente más de uno de esos libros especiales que suelen regalarse en la Semana y, sobre todo he disfrutado un montón. La primera vez fue especial, pero el resto no les ha ido a la zaga.
Y además lo de la Semana Negra tiene una ventaja. Aunque me produce nostalgia tiene fácil remedio. Con que en julio del próximo año 2010 coja el petate y me plante en Gijón, ya está todo solucionado.