LA OBRA: Con Nuestra Jerusalén perdida el
autor navarro Aingeru Epaltza culmina su trilogía sobre el Reino de Navarra
Erresuma eta fedea/El reino y la fe, de la que Casta de
bastardos y Yo, que fui rey de Navarra, constituyen sus
dos primeras entregas.
Nuestra Jerusalén perdida nos lleva a la Navarra
del siglo XVI, con sus intrigas palaciegas, las luchas religiosas y las
aventuras del protagonista de la trilogía, el caballero bastardo Joanes Mailu
EL AUTOR: Aingeru Epaltza (Iruñea-Pamplona, 1960) es, en
palabras de la experta en Literatura en euskera Mari Jose Olaziregi, uno
de los escritores más importantes del panorama literario vasco actual. Licenciado
en Ciencias de la Información, tras trabajar en diversas publicaciones
periódicas en la actualidad es traductor en el Gobierno de Navarra. Su
trayectoria como escritor es muy extensa y prolífica, así como versátil, tanto
en la literatura para adultos como en la literatura infantil y juvenil. Como
muestra de esa versatilidad puede decirse tanto que se ha acercado al género
negro brillantemente con sus novelas Ur uherrak (Aguas
turbias) y Rock’n’Roll, traducida al castellano con el
mismo título, como que ha escrito una de las más notables trilogías de novela
histórica de los últimos tiempos, Erresuma eta fedea (El
reino y la fe).
Artículo publicado el
19 de noviembre de 2015 en el diario NOTICIAS DE GIPUZKOA (http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2015/11/19/ocio-y-cultura/aingeru-epaltza-cierra-la-trilogia-el-reino-y-la-fe-con-nuestra-jerusalen-perdida).
Redactora: Ana Oliveira Lizarriba.
El escritor pamplonés Aingeru
Epaltza ha llegado a la cima de su ochomil particular con la
publicación de Nuestra Jerusalén perdida, la traducción del
último volumen (Gure Jerusalem galdua) de la trilogía histórica El
reino y la fe (Erresuma eta fedea), en la que ha empleado
doce años. El resultado, tres libros que son seis gracias a las traducciones al
castellano de Ángel Erro y que han inmortalizado las aventuras de un
personaje muy peculiar, el caballero bastardo Joanes Mailu.
Con un lenguaje impregnado de
ironía, malicia y amor, Epaltza vuelve a mezclar historia y ficción en
esta entrega en la que sigue la línea de mostrarnos “lo que no fue, pero pudo
ser” del Reino de Navarra, tal y como explicó Idoia Arozena, editora de
Ttarttalo. En su opinión, se trata de una saga “magnífica”. “Hay pocas
publicaciones sobre este tema con el universo político, geográfico, histórico y
hasta poético” de estos libros, que “consiguen sumergirte en el siglo XVI
gracias a la abundante documentación que manejan” y a que el autor “no da
puntada sin hilo”. “Se acerca de manera fidedigna a lo que pudo suceder y
plasma guerras de poder muy parecidas a las que estamos viviendo hoy en día”,
añadió Arozena, que si bien admite que ha pasado bastante tiempo entre
un tomo y otro, “y toda adicción necesita su dosis”, estas obras “no se
escriben en una sentada” y a Epaltza le han supuesto “robar muchas
horas” a la familia y a otros quehaceres. La editora alabó, asimismo, la tarea
de Ángel Erro por haber logrado que las traducciones respiren “su propia
melodía”.
UNA “HAZAÑA” Epaltza
agradeció el trabajo de Erro y le pidió “perdón por haber ejercido mi derecho
de autor para darle mis opiniones”. También valoró el apoyo de Ttarttalo, “por
confiar en esta propuesta en un momento difícil para el mercado editorial”.
Empezó la trilogía hace doce años. El primer título en euskera se publicó en
2006, el segundo en 2009 y el tercero en 2013, y, en medio, salían las
traducciones. Así que ahora, con la última ya en las librerías, “siento que
suelto lastre”. “Cuando llevas tiempo en un proyecto, quieres cambiar, se te
agolpan ideas en la cabeza te apetece darles salida, pero yo soy muy
disciplinado y quería acabar esto primero y acabarlo bien”, explicó.
Después de pasar por Baja
Navarra, Bearne y París, en Nuestra Jerusalén perdida, Joanes Mailu
llega a Pamplona. “Para él es un lugar mítico, casi como La Meca o Jerusalén,
de ahí el título”. Sin embargo, ya no es el ardoroso niño del primer relato, ni
el joven idealista del segundo. “Ya es un hombre maduro, cada vez más escéptico
y descreído”, que vivirá intrigas, amores fugaces, traiciones... Y, como
sorpresa, Axular. Todo, en medio de una épica diferente, una “épica sucia”.