Título: SUERTE DE MATAR
Autor: ANTONIO OJEDA
Editorial: ALBA
Trama: Qe un joven banderillero muera
corneado por un toro en plena lidia es una tragedia, pero no un hecho castigado
por el Código Penal. Salvo que, como piensa un allegado del banderillero, se
den circunstancias que obliguen a pensar que hay algo extraño en la muerte. Por
eso, y teniendo en cuenta que la policía no ve nada delictivo en ese suceso,
tendrá que ser un detective quien, movido por su afición a los toros,
investigue lo sucedido.
Personajes: Primitivo Martín, detective privado aficionado a los
toros, antiguo estudiante de Derecho --carrera que no terminó-- y exmilitante
en época de Franco de las Juventudes Monárquicas, Dinito, viejo banderillero
que sospecha, debido a su conocimiento del mundillo taurino, que hay algo
sospechoso en la muerte de su joven colega, Lucio Gómez, famoso matador de
toros que ocho años antes dio una “espantada” y se retiró temporalmente,
dejando colgada a mucha gente que dependía de él, Deogracias Ovejero, apoderado
de Lucio Gómez, de la vieja escuela, Alfonso Cavanilles, viejo amigo de
Primitivo de los tiempos de las Juventudes Monárquicas cuya fortuna le permite
vivir sin trabajar y ayudar a su amigo, sin dudarlo ni un momento, cuando éste
se lo requiere, Casimiro Abade, redactor de una revista taurina, un auténtico
archivo viviente del tema.
Aspectos a Destacar: La ubicación de la novela
en el llamado “mundo de los toros” que, curiosamente, pese a la arraigada
tradición que ha tenido siempre en España --independientemente de cómo nos
posicionemos en la actualidad ante lo que significa-- y al teórico juego que
podía dar debido a quienes se mueven en torno a ese mundillo, ha sido muy poco
utilizado por los autores españoles de género negro.
La Frase: Los lunes no solía ser un día en
el que los maridos cornudos y las mujeres engañadas acudieran a su despacho.
Primitivo Martín sostenía que como los adúlteros lo suelen ser en días
laborables y reservan el fin de semana para la legal, los primeros días de la
semana los ataques de celos eran escasos. A fin de cuentas, la mayoría de sus
clientes acudían movidos por los celos.