martes, 26 de febrero de 2013

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 409.-LAS MANOS DEL CARPINTERO (ALBERTO LADRÓN ARANA)


Título: LAS MANOS DEL CARPINTERO
Título original: AROTZAREN ESKUAK
Autor: ALBERTO LADRÓN ARANA
Editorial: TXERTOA
Trama: Cuando una joven trabaja para rehabilitar el caserío que ha heredado de un abuelo al que apenas conocía, descubre el cadáver, un esqueleto ya tan sólo, de un hombre al que le han cercenado las manos. Eso, unido a que en el propio caserío encuentra recortes de periódicos alusivos a crímenes parecidos, le hace sospechar que su abuelo era un asesino en serie, por lo que contacta con el policía bordelés que llevó el caso, que parece tener ramificaciones en Francia, para intentar averiguar la verdad.
Personajes: Ane Duhalde, joven huérfana, licenciada en Psicología, con tendencia a engordar y muy insegura y con baja autoestima, Xavier Geppert, policía francés retirado, obsesionado con encontrar al "Carpintero", nombre con el que se denominaba al asesino en serie, Maider, joven en paro, propietaria del piso en el que vivió una de las víctimas, que sólo piensa en el dinero, César Lumbreras, profesor de la Universidad Pública de Navarra, buen profesional aunque algo inseguro y torpe personalmente, enamorado de Ane, José Antonio Pons, catedrático catalán amigo de César, que ha toda costa quiere sonsacar a Ane sobre una figura antigua que le regaló su abuelo, Levert, joven y ambicioso policía parisino, que trabaja en un asesinato que puede estar relacionado con la propia investigación de Ane.
Aspectos a Destacar: La conexión entre la investigación actual y los hechos ocurridos en el pasado, durante la época de la ocupación francesa por los nazis, con un ritmo que no decae y un final coherente e incluso sorprendente / Ladrón Arana es uno de los más importantes escritores de novela negra en euskera actualmente.
La Frase: En principio su intención había sido pasar sólo una semana en Eguzkienea. Sin embargo, decidió prolongar un poco más su estancia. A fin de cuentas, nadie la esperaba en Pamplona. Aquella idea la entristeció un poco. Bueno, quizás algún día tenga los amigos que merezco, pensó sin demasiada fe. Haciendo frente a sus angustias, tomó el coche y condujo hasta un hipermercado cercano a la ciudad. Aunque trataba de mantener su mente centrada  en las compras, una y otra vez la atacaban las tentaciones de adquirir chocolates y bollería, intercaladas con siniestras sospechas sobre su abuelo. Sólo había un camino para liberarse de semejante carga: encontrar la prueba que demostrase que su abuelo no era un asesino. Aquella noche se durmió con aquel pensamiento taladrando su mente.

1 comentario: