Título: 19 CÁMARAS
Título original: 19 KAMERA
Autor: JON ARRETXE
Editorial: EREIN
Trama: Touré, un inmigrante subsahariano que
intenta buscarse la vida en Bilbao haciéndose pasar por un "vidente
africano" que adivina el futuro y tiene remedio para todos los males, es
contratado nada más empezar a anunciarse por dos clientes, una mujer blanca y
otra negra. La primera, en realidad, quiere que siga a su marido, como si se
tratase de un detective, para que le haga fotografías comprometedoras cuando,
como en él es habitual, acuda a las Cortes a enrollarse con alguna prostituta
negra. La segunda es una de estas prostitutas cuya hermana ha desaparecido
misteriosamente. Los dos trabajos, aunque no tengan nada que ver, le harán conocer
las distintas caras de la ciudad en la que ha recalado.
Personajes: Touré, inmigrante ilegal
procedente de Burkina Fasso, donde ha dejado mujer e hijos, que vive en un
piso-patera junto a otros subsaharianos, y sobrevive haciendo diferentes
trabajos, Cristina, joven prostituta pelirroja, ex estudiante de Farmacia, que
se encariña con Touré, Charo, la mujer que le contrata para vigilar al marido,
antigua cantante que aún pertenece al coro de la ópera, y que le exige algo más
que vigilar a su marido, Txomin, el marido de Charo, campechano y desinhibido,
que se hace también amigo de Touré, Txema, trabajador de una librería, abierto
y bonachón, que recorre la ciudad de punta a punta en su moto haciendo encargos
llevando siempre que puede, de paquete, a Touré, Ada, joven prostituta
nigeriana, indefensa y asustada, que contrata a Touré para que encuentre a su
hermana desaparecida.
Aspectos a Destacar: La descripción de una zona de
Bilbao, multicultural y poco conocida incluso por el resto de sus conciudadanos,
en la que los inmigrantes de diversas procedencias intentan sobrevivir como
pueden y afincarse y que, pese a lo que en muchas ocasiones se supone, en la
mayoría de los casos están más del lado de las víctimas que de los
delincuentes.
La Frase: La mañana del miércoles envié parte del
dinero que había ganado la víspera a mi familia en Gorom-Gorom. Sentí un poco
de nostalgia mientras realizaba los trámites correspondientes, y aún más cuando
les llamé para darles el aviso. Hacía mucho tiempo que no les veía, el único
contacto que teníamos era a través del teléfono o de internet. Pero no podía
ser de otro modo, así estábamos la mayoría de los africanos de San Francisco.
Salí del locutorio y me topé con la realidad. Aquello
era lo que tenía por el momento y seguramente así sería durante unos años más.
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