lunes, 5 de noviembre de 2012

ALGO QUE NUNCA DEBIÓ PASAR (JUAN VELÁZQUEZ)


SINOPSIS: Un ex-policía nacional investiga por un crimen a tres socios de una misma empresa: dos ex-terroristas y otro ex-policía nacional, en la ciudad de San Sebastián.

ENTREVISTA publicada en el "Diario Vasco" de Donostia-San Sebastián (http://www.diariovasco.com/). Redactora: Teresa Flaño
El donostiarra Juan Velázquez (Donostia-1964), además de ser profesor de Derecho Internacional en la UPV ejerce también de escritor. Después de 'Secundarios de lujo' (Erein, 2006) y 'Hombres sin suerte' (Eclipsados, 2010), publica ahora 'Algo que nunca debió pasar' (Arte Activo Ediciones).
¿Cómo surgió 'Algo que nunca debió pasar'?
En mi primer libro 'Secundarios de lujo', que era de relatos, había un personaje llamado Ramiro que aparecía en dos o tres historias. Me parecía que podía dar juego, aunque en 'Hombres sin suerte', mi segundo trabajo literario, no lo utilicé. Aquí toma más cuerpo, se desarrolla más con el nombre de Ramírez. También tenía la idea de hacer algo sobre San Sebastián a finales de los años 70, principios de los 80. Me parecía muy atractivo y considero que es un territorio por explorar. Así surgió esta novela que ata el pasado con el presente a través de este personaje.
Habla de un territorio sin explorar. ¿Considera que existe una especie de deuda con esa época y la gente que la vivió?
Sí. He querido desarrollar en la ficción ese Donosti que me pilló joven. Me da la impresión de que, aunque había mucho más descontrol, desorden, suciedad, había mucha más libertad y muchas posibilidades que luego se fueron abriendo. En lo Viejo cualquier noche coincidías con mucha gente del lumpen o artistas como Gabriel Celaya. Además estaba el tema político en la etapa más cruel con atentados que ocurrían casi a diario en el centro urbano, policías, guerrilleros de Cristo Rey. En fin, había un poco de todo en un territorio muy pequeño.
Tanto en 'Hombres sin suerte' como en 'Algo que nunca debió pasar' hay una relación de amor-odio con su ciudad.
Yo no tengo mucho tiempo para escribir y el territorio que mejor conozco es Donosti. Es mi ciudad y me gusta, aunque también soy crítico con cosas que se han hecho, con las que se han dejado de hacer y con otras que han cambiado y que yo, es mi opinión, considero que para mal. Como todas las cosas y personas que quieres tienes una relación a veces difícil. Hay más amor que odio. Además no hay tantos libros que traten sobre San Sebastián.
Últimamente han aparecido varios libros que tratan el tema del conflicto del País Vasco, pero generalmente desde el punto del terrorista y hasta con cierto romanticismo. Usted ha elegido un policía, bastante despreciable, para que protagonice la novela.
Creo que nunca se había tratado desde la perspectiva de 'Algo que nunca debió pasar'. Yo soy muy aficionado al género de novela negra y para escribir una tienes que tener unos personajes que encajen. Generalmente son policías, expolicías o detectives privados. Aquí no puedes poner un personaje blanco, que no se haya mezclado con cosas turbias. Los policías que en esa época curraron aquí tienen un pasado. A fuerza de leer noticias de prensa de la época, de ver cómo se relataban los atentados comprobé que se escribían de forma mucho más cruel, más dura. Con el tiempo las dosis de sangre y crueldad se rebajaron en las informaciones. Yo tenía en la memoria que cuando iba al instituto veía los funerales de policías y guardias civiles en la Sagrada Familia. También quería tratar el tema espinoso de la tortura, que siempre escuece. El expolicía Ramírez, que vuelve a San Sebastián para ayudar a un amigo, me daba la oportunidad de tratar todos esos temas.
Los autores se suelen encariñar con sus protagonistas. ¿Le ha costado mantener la distancia con Ramírez ?
La verdad es que ha sido un ejercicio duro y el lector también tendrá que hacer ese esfuerzo.
Los escenarios son reales. ¿Ha recurrido mucho a la hemeroteca para relatar los atentados y otros sucesos de la época?
Los atentados ficcionados sí están basados en la investigación en la hemeroteca para darles la mayor verosimilitud posible, aunque siempre partiendo de mis recuerdos. No ocurrieron exactamente como los describo, pero sí tenían características similares. En otros casos he cogido detalles. He intentado acercarme lo más posible a la realidad. Todo, de una manera u otra, ha sucedido, salvo lo que acontece en el presente, que es pura ficción.
También hace referencia a personajes que después fueron juzgados por su vinculación con la financiación de los GAL como los guardias civiles Dorado y Villalobos. ¿Cree que la sociedad ha olvidado con facilidad esa época?
Sin duda. Todo se olvida muy rápido, como la línea de la mafia policial unida a los GAL. Además, todo pasaba prácticamente al mismo tiempo. Según aparece en algún sumario, en un lado estaban descargando cajas de tabaco, en otro había manifestaciones reprimidas con una dureza que ya se ha olvidado y por otro se estaban poniendo bombas en Carlos I o Felipe IV sin importar quién fuera dentro del coche. Volver a la hemeroteca está muy bien para comprobar cómo se olvida. También hay personajes que en esa época estaban muy presentes y que la gente ya no recuerda. Por eso he querido recuperar la figura de Joshe Mari, que siempre estaba en el Boulevard con su cartón de vino.
En el presente mezcla en una misma urbanización a exetarras reconvertidos en constructores, expolicías, diputados del PNV y empresarios. ¿Ha querido mostrar un reflejo de cómo es ahora la sociedad vasca?
Sí, es un reflejo. Con el paso del tiempo parece que todo es posible. En un territorio tan pequeño, donde han pasado tantas cosas, al final convivimos todos. Te puede tocar como vecino a alguien con el que tienes un pasado totalmente opuesto. Puede ser que por las ganas de vivir más tranquilos o con un poco más de dinero, se acaba tragando con lo que sea. Aunque siempre algunos son más culpables que otros.
¿El título 'Algo que nunca debió pasar' se refiere a todo el conflicto que se vivió entonces?
No. Está dirigido al personaje de Ramírez que por razones de la vida llegó aquí, se hizo policía, llevó mala vida y que veintitantos años después debió volver. Tampoco debió pasar el hecho que le trae de nuevo. Sin desvelar nada, es uno de los momentos más crueles de la novela.
El azar está muy presente y hace que se repitan situaciones. Parece que los personajes no tienen otra salida.
Sí. Acaban en el sitio donde no querían estar. Al final es la ciudad la que se presenta como un remolino que envuelve a Ramírez porque tiene en ella más cosas que las que cree. Le marcó para el resto de su vida.
¿Ha buscado premeditadamente ese aspecto cinematográfico?
Me lo ha dicho mucha gente. No ha sido algo buscado sino más bien fruto del poco tiempo que dispongo para escribir. Creo las escenas y luego las voy llenando.
Se ha declarado muy aficionado a la novela negra. ¿Qué referentes tiene a la hora de escribir?
Directos ninguno. Aparecerán a medida que se va desarrollando la historia, pero no es algo que tenga previsto. El último libro de novela negra que he leído es de Philip Kerr con su detective Bernie Gunther, pero sobre todo me gustan los norteamericanos clásicos.

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