viernes, 15 de marzo de 2013

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 416.-EL ASESINATO DE LOS MARQUESES DE URBINA (MARIANO SÁNCHEZ SOLER)


Título: EL ASESINATO DE LOS MARQUESES DE URBINA
Autor: MARIANO SÁNCHEZ SOLER
Editorial: ROCA
Trama: A un asesino a sueldo le encargan que "organice" el asesinato del marqués de Urbina, un arribista que quiere hacerse con el control de un importante banco. para ello se introducirá en su ambiente social e incluso fabricará el "culpable perfecto". Pero cuando por fin el trabajo se ha realizado a la perfección y sin ningún cabo suelto, se percata de que quienes le han contratado consideran que sí hay un "cabo suelto", él, por lo que intentarán eliminarlo.
Personajes: Fierro, asesino a sueldo, metódico y eficaz, con capacidad de organización, Daniel Espinosa, exyerno del marqués asesinado, de personalidad débil e inconsistente y sexualidad ambigua, José Luis Muriel, el Fotógrafo, amigo de Espinosa y de carácter y tendencias similares, Jacobo Castellar de Urbina, aristócrata, amigo de gente poderosa y banquero, hombre frío que sólo vela por sus intereses, el Gordo Barrachina, hombre de confianza de Castellar, para "todo" lo que haga falta, Gúmer, jefe, o más bien "sheriff", de la policía municipal de Coslada, que controla todo lo que se mueve, ya sea legal o ilegal, en ese municipio.
Aspectos a Destacar: Mariano Sánchez Soler, periodista de raza que ha escrito varios libros sobre la Transición, nada complacientes con la hagiografía oficial sobre esa época, como novelista negro suele usar sus ficciones para contarnos, con pulso firme y maestría narrativa, cómo podrían haber sucedido (o, quizás, cómo sucedieron en realidad), hechos de nuestra historia más reciente que aún se mantienen interesadamente en la penumbra / Novela ganadora del Premio L'H Confidencial 2013.
La Frase: Aquella gente de riguroso luto, en trajes de verano hechos a medida, con la cabeza inclinada y los ojos ocultos por unas gafas negras, había logrado silenciar su pasado y disfrazarse conscientemente de demócratas, bajo la falacia de que así se superaría la guerra civil y se construiría un puente de convivencia elevado sobre el abismo social de las dos Españas. Hipócritas temerosos con sus brazaletes negros ahora rezaban por los asesinados, pero en realidad estaban pidiendo por ellos mismos, por su propia salvación, como siempre, "¡Dios mío, que no se la ETA! ¡Que todo se deba a un robo!", murmuraban para sus adentros.

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