El 21 de
junio de 1813, un ejército dirigido por Wellington infligió a las tropas de Napoleón
una monumental derrota en las inmediaciones de Vitoria. El propio hermano del
emperador, José, a la sazón rey de España, tuvo que huir a uña de caballo para
evitar perecer o caer prisionero. Aquel acontecimiento, del que este año se
conmemora el segundo centenario, supuso el repliegue definitivo de los
franceses de la península ibérica y obtuvo un enorme eco en Europa, pues jamás
antes las tropas imperiales habían sufrido tamaña derrota en combate. Al rebufo
de este eco, Beethoven compuso una sinfonía en conmemoración de la Batalla de
Vitoria que cosechó un éxito enorme, aunque luego el autor se lamentara de que,
por primera y única vez en su vida, había sucumbido a los gustos del público
menos exigente. Con este telón de fondo, Iñigo Bolinaga construye una
novela estructurada en dos planos: el primero se corresponde con la batalla
real, sangrienta y cruel, que invoca a los instintos más bajos del ser humano;
el segundo, a la batalla imaginada, épica, gloriosa, sublime. El primero está
protagonizado fundamentalmente por personajes históricos que estuvieron en
Vitoria… Welllington, su amigo Álava, el rey José, su amante la marquesa de
Montehermoso… y muchos, muchos guerrilleros, como Longa, Espoz y Mina, Dos
Pelos o Martina Ibaibarriaga. El segundo plano corre a cargo de Beethoven y sus
circunstancias, que son también, en buena medida, las de la Europa del momento.
Sinfonía guerrera es una
novela tan breve como intensa, tan amena como rigurosamente documentada desde
el punto de vista histórico.
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