Como en San Sebastián, llueve
mucho en este libro de Iribarren, se visitan muchos bares y terrazas, se
viaja mucho en tren y se duerme en muchos hoteles, se habla mucho de mujeres
(reales y de las otras), del hecho de envejecer y de estupidez humana, se
cuentan muchas anécdotas y se mira mucho alrededor. Es decir, como en cualquier
otro de sus libros. Pero además, en éste en concreto, se hace finísima y
personalísima crítica literaria, más atenta al análisis que a la opinión, sin
privarse por ello de exhibir filias y fobias; se reflexiona en voz alta sobre
nuestras limitaciones, crueldades e ingenuidades, las de todos; se hacen
afirmaciones incorrectas y certeras sobre la vida y el mundo; y el autor se
desnuda en él como en ningún otro libro, sustituyendo la sugerencia por la
confesión directa. (Ape Rotoma)
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