Como ya he explicado
anteriormente, mi nueva novela, ASESINOS INOCENTES, no pertenece a la serie
dedicada al exertzaina metido a detective Mikel Goikoetxea, alias Goiko, del que
he narrado cuatro aventuras: PÁJAROS SIN ALAS, LA LUZ MUERTA, LA ÚLTIMA BATALLA
y la que, por ahora, es la última de la saga, DEMASIADO RUIDO.
Pero deseo que conste en acta
que no ha sido por mi culpa. El propio protagonista de ASESINOS INOCENTES, el
abogado Markel Zugasti, explica a su manera la ausencia de Goiko de la novela.
“..en
pocos minutos iba a entrevistarme con el detective más caro de la ciudad. No
sólo iba a entrevistarme con él, sino a pagarle una buena comida en uno de los
mejores restaurantes de Bilbao, y eso sin contar con la minuta que seguramente
tendría que abonarle por sus servicios. Pero cuando busco un detective siempre
busco el mejor, y si nos olvidamos de Mikel Goikoetxea, un exertzaina más
conocido como Goiko al que todos consideran el número uno de su profesión en
Euskadi, pero cuyo carácter indisciplinado y la animadversión que suscitaba en
todo el estamento jurídico vasco me aconsejó no contratarle, independientemente
de que a algunos intermediarios les comentó, en su momento, que no trabajaría
jamás para alguien como yo, frase que no se la tomo en cuenta porque
seguramente debió proferirla en estado máximo de ebriedad, única forma de
explicar tan absurdo exabrupto, me llevó a contratar a un antiguo subcomisario
del Cuerpo Nacional de Policía, Leopoldo de Marcos, el segundo en la lista en
cuanto a capacidad profesional y el primero, sobre ese aspecto no había la
menor duda, a la hora de cobrar.”
En realidad me he enterado de
que ésa no era la auténtica razón de Goiko para no participar en la novela,
sino su vanidad. Después de ser el protagonista de las cuatro novelas citadas,
su orgullo no le permitía tener un papel secundario en la que pronto podréis
tener en vuestras manos. ¡Y luego dirán que los vanidosos somos los autores! En
fin, voy a pasar por alto esa actitud tan poco colaboradora y de momento no se
lo pienso tomar en cuenta. Espero volver a narrar en el futuro algunas de las
aventuras de las que me ha hecho partícipe y que tengo la intención de
transcribir, con su permiso. Y si no me lo da, peor para él, porque lo mismo le
mato en una próxima obra. Que yo también puedo ser muy rencoroso y no pienso
aceptar que mis personajes se me desmanden. El que avisa no es traidor.
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