La vida estrepitosa de Jorgito Camacho, ch'ukuta de lujo
«… ir abajo, al fondo del pozo
insondable de la memoria torcida, este, que debería ser pozo negro, pozo
venenoso, al que es mejor no asomarse, al que debería caer esta y otras
diablas, de la memoria todas, a paso de carga, doble carga de petardos y de
humos, y todos, ángeles, diablos y sonrientes figuras, diablesas del bien
querer que no estuvieron muy presentes, la verdad, porque huían de los
borrachones y esta es una diablada casi solo de estos, todos para abajo, yo
mismo también para no ser menos y para descansar de una vez, y el último, que
cierre la tapa y que el guardián de la jiña la selle, con los sellos que sea
costumbre que no sé si son siete o más, y amén y para siempre. Dicho lo cual,
bebidas que han sido las chelas de descanso y reglamento, seguimos…»
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