Título: VASTAS EMOCIONES Y PENSAMIENTOS
IMPERFECTOS
Título original: VASTAS EMOÇÕES E PENSAMENTOS IMPERFEITOS
Autor: RUBEM FONSECA
Editorial: TXALAPARTA
Trama: De un modo casual llega, a manos
de un director de cine brasileño, una caja que contiene, al parecer, unas
cuantas piedas preciosas de gran valor. Amenazado por unos desconocidos que
quieren adueñarse de la caja, aceptará la oferta de un productor alemán para
rodar una película en Berlín sobre “Caballería roja”, un libro de relatos de
Isaac Bábel. Pero allí también le perseguirán los problemas y tendrá que
regresar a Brasil, donde le estarán esperando quienes se consideran legítimos
propietarios de las piedras preciosas.
Personajes: El director de cine sin nombre, un reconocido cineasta
brasileño, obsesionado por su exmujer y por el escritor ruso Isaac Bábel, Lillian,
amante del cineasta, joven, vital y alocada, Gurian, amigo del cineasta de
avanzada edad, judío, alcohólico y especialista en Bábel, Mauricio, amigo del
cineasta que profesionalmente se dedica al comercio de piedras preciosas, El
hombre de la gabardina, sicario que vigila al cineasta, sin preocuparle que
éste le descubra, Verónica, guionista alemana que no simpatiza demasiado con el
cineasta, Plessner, productor y hombre de negocios alemás, que quiere que el
director brasileño dirija una peícula sobre una de las obras de Bábel,
Alcobaça, brasileño relacionado con el tráfico de diamantes, José, hermano del
cineasta, telepredicador evangelista con ambiciones políticas.
Aspectos a Destacar: Hablar de novela negra
brasileña es hablar, en primer lugar, de Rubem Fonseca, como lo demuestra en
esta novela en la que no sólo mantiene el interés del lector por saber lo que
va a pasar y conocer el desenlace de la intriga y de sus atípicos (al menos a
ojos europeos) personajes, sino que con mano maestra, sin que apenas se note,
nos da una lección de literatura y nos introduce en el mundo de ese gran
cuentista ruso que fue Isaac Bábel.
La Frase: Mi sueño de ideal, yo lo sabía
ahora, era la libertad. El ser humano se caracteriza, en realidad, por una gran
estupidez. Solo descubre que un bien es fundamental cuando deja de poseerlo.
Preso en ese sótano, yo descubría que la libertad más importante que existía
era la libertad de ir y venir, la libertad de movimiento. Yo tenía todas las
demás libertades, preso en el sótano: de pensar, de insultar a mis secuestradores,
de tener una religión (en caso de que quisiese una), de elegir mis convicciones
políticas. Tenía libertad de soñar. Pero, ¿de qué me servía eso, si estaba preso
dentro de un sótano?
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