Cuando hablamos de novela negra vasca casi siempre nos
referimos a la novela escrita, tanto en euskera como en castellano, por autores
de Euskadi Sur. Como mucho conocemos a algunos escritores de Iparralde que, por
escribir precisamente en euskera, son también publicados y leídos al sur de los
Pirineos, pero habitualmente olvidamos a los vascos que escriben en francés,
bien porque ese sea su primer idioma bien porque hayan decidido utilizarlo para
realizar sus obras.
Curiosamente, pese a ser Francia uno de los países en los
que la novela policiaca ha sido cultivado con más profusión y acierto, en su
territorio vasco éste no halló un eco muy grande. En la actualidad hay un grupo
de autores como Jacques Garay, Poms, Aitor Berho o Pierre
Olhagaray que están construyendo una importante narrativa negra que hunde
sus raíces en Euskal Herria con la lengua francesa como instrumento de
comunicación, con lo que esa parte del país está dejando de ser un erial en ese
sentido. A la espera de que sus obras puedan ser traducidas al euskera o
castellano de momento la mayoría sólo se pueden leer en francés, pero merece la
pena hacer el esfuerzo. Y, sin embargo, aunque en ocasiones podamos pensar lo
contrario, no han sido los primeros. Otro autor, prácticamente desconocido en
la actualidad, les abrió el camino: Pierre Apestéguy.
Apésteguy, nacido en Biarritz el año 1902, trabajó
como periodista para “Le Petit Parisien” así como de guionista en diferentes
películas, como Le mariage de Ramuntcho, de Max de Vaurcoubeil,
Au Pays Basque avec Luis Mariano dirigida por él mismo o El
País Vasco francés, con Robert Enrico, además de elaborar guiones
basados en novelas propias o ajenas.
Aunque su primera novela, publicada cuando contaba con sólo
veintiséis años, fue La Vie profonde d’Edmond Rostand, basada en
la vida y obra del novelista y dramaturgo marsellés, no olvidó sus raíces
vascas como demuestran no sólo los títulos de las películas mencionadas, sino
también algunas de sus primeras novelas, publicadas en las décadas de los 30 y
40 del siglo pasado, como Cœurs basques, Gachucha. Roman
basque o Le Mariage de Ramuntcho, así como su
participación en Euzko-Films, productora fundada en 1947 con el nombre de
Societé Basque du Film, cuya sede se encontraba en Sara (Laburdi) y de la que
fue Director Técnico.
En el campo de la novela policial, antes del inicio de la
II Guerra Mundial escribió en 1938 La
Dame d'onze heures, de la que se hizo una película filmada por Jean
Devaivre y en 1939 recibió el “Prix du Roman d’Aventures” por su novela Le
Roi de sables, que transcurre en territorios de Siria e Irak, para lo
que se valió de su experiencia como corresponsal en esa parte del mundo. Pero
no es hasta el año 1956, cuando tras un período de inactividad, al menos
literaria, no volvió a escribir, ya decididamente dentro del género policiaco,
con el seudónimo de Franck Marchal.
Con ese nombre tiene tres series. Una primera dedicada a
una modelo que también trabaja como detective llamada Nathalie. Esta serie está
compuesta por las novelas Nathalie princesse, mannequin de Paris,
Nathalie au 4e top, S.O.S Natalie, Nathalie
double dans les virages, Nathalie au Portugal y Nathalie
met le feu aux poudres.
En las otras dos series colaboró con la escritora Monique
Henry. La primera de ellas está protagonizada por una hermosa acróbata que
también ejerce como espía llamada Brigitte Lechat (cuyo apellido, y no por
casualidad, se traduciría en castellano como “el gato”), que aparece en tan
sólo dos novelas, La Griffe du chat y Le Chat au clair de
lune.
Más extensa es la segunda serie que escribió a cuatro manos
con Monique Henry y que también protagoniza una mujer, Marie Caroline
Demilot, más conocida como Venus, una especie de Arsene Lupin femenina que en
medio de las más extravagantes aventuras vive una gran pasión amorosa por un
apuesto agente de Interpol que es también un reconocido y campeón de carreras
automobilísticas. De esta serie se publicaron las siguientes novelas: Les Holp-up de
Vénus, Vénus flirte avec la mort, Vénus au Texas,
Une fusée pour Vénus, Vénus et le chien secret, Les
Jeux de Vénus (una nueva versión, en realidad, de Le Chat au
clair de lune), Ici, Radio-Vénus, Vénus au Danemark
y Vénus retombe dans le hold-up.
En opinión de Claude Mespléde, uno de los mejores
críticos y conocedores del género negro, por desgracia recientemente fallecido,
La Dame d'onze heures es su
obra más notable mientras que la serie dedicada a Vénus no ha envejecido bien. Pero
independientemente de la valoración crítica que pueda hacerse de sus obras no
cabe duda que Pierre Apésteguy, si no fue el primero (no me atrevo a
afirmarlo, ya que lógicamente desconozco todo lo que ha podido escribirse en el
pasado) sí que fue uno de los pioneros vascos a la hora de escribir novelas de
género policial. Y ese mérito nadie podrá quitárselo.