Título: 1793
Título original: 1793
Autor: NIKLAS NATT och DAG
Editorial: SALAMANDRA
Trama: En una Suecia agitada por el
temor (o el deseo) de que lleguen las consecuencias de la Revolución Francesa,
la aparición de un cadáver al que le han amputado todas sus extremidades hará
que el jefe de policía de Estocolmo pida la ayuda de un antiguo colaborador, un
abogado que se encuentra al borde de la muerte debido a una avanzada
tuberculosis. A pesar de su estado se implicará totalmente en la investigación,
contando tan sólo con la colaboración de un desengañado guardia con el que
pronto, pese a sus diferencias sociales y de educación, sintonizará. Mientras tanto,
dos jóvenes abocados a la miseria debido a su origen social comprobarán que las
cosas pueden torcerse aún más de lo que pensaban.
Personajes: Cecil Winge, joven treintañero, abogado que trabaja para
la policía, que intenta comprender los motivos de los criminales para poder
prevenir mejor los crímenes, Mickel Cardell, antiguo soldado desengañado de sus
superiores, que ejerce de guardia sin mucho interés, Johan Gustaf Norlin, amigo
de Winge, jefe de la policía, cuyo puesto está en peligro por no ser proclive a
la corrupción, Isak Blom, secretario de la policía, antiguo compañero de
estudios de Winge, honrado aunque obsesionado por mejorar su situación
económica, Kristofer Blix, joven que vive despreocupadamente, engañando y
estafando, aunque de buen corazón, Anna Stina Knapp joven trabajadora hija de
madre soltera, alegre y vital hasta que tiene que enfrentarse a la realidad de la
existencia.
Aspectos a Destacar: La descripción de la vida
tan miserable que había en la Suecia de finales del siglo XVIII, sobre todo
entre los estamentos sociales más bajos, así como de la corrupción y brutalidad
de la época, con una crudeza y realismo que, por comparación, casi hace parecer
un paraíso apacible el Londres novelado por Dickens.
La Frase: Nunca le he visto mucha lógica a
que la Corona trate de combatir el asesinato quitándoles la vida a sus súbditos
de una forma tan brutal. Pero mi mayor objeción es la siguiente: la ley no hace
el menor intento de comprender a quienes sentencia. ¿Cómo se pueden impedir los
crímenes de mañana sin entender los que se cometen hoy? La respuesta, Jean Michael,
es que esto ni siquiera se les ha pasado por la cabeza a los responsables.
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