Al inspector Jiménez, un policía de modales bruscos y actitudes machistas y racistas destinado en Bilbao, le encargan la investigación del asesinato de un ciudadano de origen marroquí. Para ello deberá formar pareja con su compañera Isabel Altube, que previamente ha sido apartada de un caso de violación, con resultado de muerte, de una prostituta de origen norteafricano, caso que intentará mantener abierto de un modo casi clandestino. Simultáneamente en un pueblo castellano una extraña pareja de alemanes asesina a un hombre desconocido, con la connivencia tácita de un supuesto coronel de la Guardia Civil. Por último, en Madrid un antiguo etarra, al que se le creía desaparecido y refugiado en algún lejano país, inicia una carrera desenfrenada de atentados que desconciertan tanto a los servicis antiterroristas como a la propia cúpula de ETA. Pese a su aparente desconexión, los tres asuntos acabarán confluyendo de un modo insólito pero coherente.
EL CORREO (Iñaki Esteban)
Mejor no encontrarse con el inspector Jiménez, sobre todo si uno es inmigrante. Policía de la vieja guardia, le han asignado el caso de un marroquí asesinado, y entra en tromba en casa del desaparecido para poner a caldo a la familia, a la que acusa de haber venido para robar. «Sí, es racista y muy machista pero no he querido caer en la caricatura. Tiene matices, y se considera un buen profesional, un buen policía», explica José Javier Abasolo sobre su última y quinta novela, El color de los muertos.
El escritor vasco se adentra con esta obra en el mundo de la inmigración y retrata actitudes racistas, que no están circunscritas a personas como Jiménez. «A menudo se oyen comentarios muy gruesos de gente que no se considera racista. Todos nos hemos reído con chistes de negros, aunque sepamos que es una actitud errónea. Y no somos más racistas porque el porcentaje de inmigrantes es todavía muy pequeño».
La novela tiene más aristas. En un pueblo castellano, aparece un hombre asesinado de una forma muy cruel y extraña, mientras que en Madrid un miembro de ETA a quien se creía desaparecido comienza una serie de atentados que sorprende a expertos y al mismo grupo terrorista.
Por si fuera poco, la compañera del inspector Jiménez en el caso del marroquí se llama Isabel Altube, nacida y criada en un caserío, y miembro del Cuerpo Superior de Policía. «Bueno, digamos que ahí me la he jugado un poco, porque me gusta hacer verosímiles situaciones que no lo son a primera vista. Isabel es una deportista que se presenta a las oposiciones de policía con el fin de prepararse para las de ertzaina. Pero, como las aprueba, se queda ahí. Supongo que en la Policía habrá altos y bajos, rubios y morenos, fascistas y progresistas. Yo no intento hacer juicios ideológicos, pero sí pongo en juego personas que existen o que creo que existen».
En El color de los muertos el crimen viaja de Castilla a Marbella y de allí a San Francisco, la calle de Bilbao, siempre en el coche de las mafias internacionales. «La globalización ha llegado también a la delincuencia, eso está claro. Pero lo más importante es que ahora resulta más difícil saber quién está encima moviendo los hilos. Por esta razón, la novela negra ha cambiado. Ya no se trata de averiguar quién ha matado a fulanito en su mansión. Ahora lo importante es saber por qué le han matado, quién está detrás del sicario».
Una de las constantes de José Javier Abásolo en sus cinco novelas es la utilización de Bilbao como contexto de la acción. «Es un buen escenario, pero San Francisco no es el Bronx, por suerte. Yo sitúo mis novelas en Bilbao porque es lo que conozco. Si empiezas a mover a los personajes por Londres y Bagdad, al final hablas de banalidades y terminas escribiendo esos 'best-sellers' que son todos iguales».
Abásolo trabaja en el Gobierno vasco y es abogado, circunstancias que él suele aprovechar para ironizar sobre los funcionarios o sobre sus colegas. Este caso, les ha tocado a estos últimos. «Las personas no son planas. Seguro que hasta Teresa de Calcuta tenía defectos y que el mayor asesino puede mostrar momentos piadosos. Pasa lo mismo con los inmigrantes. Creemos que todos los musulmanes ni fuman ni beben nunca. Es como suponer que los católicos jamás engañan a sus esposas».
DIARIO VASCO (Arturo García)
José Javier Abasolo (Bilbao, 1957) regresa al lugar del crimen. El autor bilbaíno retoma los escenarios de la novela negra vasca en su nueva novela El color de los muertos, publicado por la editorial donostiarra Hiria. Tras la buena marcha cosechada con su anterior título Hollywood-Bilbao, Abasolo hace confluir en el relato tres historias que se entrecruzan: el asesinato de dos inmigrantes en Bilbao, una extraña muerte en un pueblo de Castilla, en la que aparece implicado un guardia civil, y la reaparición en Madrid de un terrorista de ETA en acciones que desconciertan tanto a los servicios antiterroristas como a la propia cúpula de la organización.
El relato transcurre en el Gran Bilbao con incursiones en Madrid o el Bagdad de la dictadura de Sadam Husseim. «No intento hacer tesis doctorales ni explicar el mundo, como escritor vasco que vivo aquí uso el material que la propia sociedad me da: cada vez hay más inmigración, ETA está ahí: lo que me interesa es el contraste de personajes, personas que por su origen o ideología deberían actuar de una manera. En esta novela juego con el contraste entre un policía racista que tiene que investigar el crimen de un marroquí», afirma el autor.
Todo arranca cuando el inspector Jiménez entra a investigar el asesinato de un marroquí, sumario que compartirá con la policía Isabel Altube, apartada por sus superiores de un caso de violación y asesinato de una prostituta norteafricana. El autor considera que más que tópicos en torno al género negro, lo que existen son una serie de reglas de la novela negra que hay que conocerlas pero también están para romperse y expandir el género». Esa ruptura con las convenciones del género viene propiciada en su opinión por la evolución.
Aunque lo considera un género eminentemente urbano cree que no por ello el género se circunscribe a las grandes urbes como Bilbao o Barcelona «Yo he leído novela negra ambientada en Donostia. Siempre se dice que Bilbao es más propicio para este tipo de tramas. Hay una escritora donostiarra Soledad Núñez, de la que yo he leído un par de novelas ambientadas en Donostia y funcionan bien porque creo que lo que importa es tener una historia que contar y un poco de habilidad para hacerlo».
Para este licenciado en Derecho, funcionario del Gobierno Vasco que escribe en sus ratos libres, novela negra es «lo que le puede pasar al ciudadano corriente de repente, que en un momento dado se vea envuelto por caminos insospechados». Tampoco cree que hayan cambiado las grandes preguntas del género clásico. «Son las mismas: cambia el paisaje. Han cambiado las técnicas».
EL PAÍS (Eva Larrauri)
Las novelas de Rayrnond Chandler, Dashiell Hammett, Horace McCoy, Juan Madrid y Manuel Vázquez Montalbán convirtieron a José Javier Abásolo (Bilbao, 1957) en un lector adicto al género negro y como escritor ha seguido el mismo camino. En El color de los muertos (Hiria) se cruzan la investigación del asesinato de un marroquí, la violación de una prostituta, y un miembro de ETA que emprende una cadena de atentados.
¿Las reglas del género negro son un corsé o un camino para la imaginación?
Las reglas existen y conviene conocerlas. Las reglas, luego, están para romperlas, aunque sea inconscientemente. La novela policíaca ha evolucionado: ya no es tan importante saber quién es el asesino, aunque siempre es parte del juego que interesa al lector, sino saber cuáles son los entresijos de la historia.
¿Cómo se renueva el género?
Hay mucho mestizaje. Cada vez más aparece novela histórica con claves del género negro, o ciencia-ficción, que rompen los moldes. En la variedad está el gusto, también en el género negro.
Sus novelas se desarrollan siempre en Bilbao.
La gente se extraña, pero Chandler colocaba las historias en Los Ángeles porque vivía en Los Ángeles y Hammet en Nueva York porque vivía allí. Sin entrar en comparaciones, no creo que mi novela sea localista. Me parece natural hablar de Bilbao. Como lector, me gusta la novela negra que busca en la parte más sórdida de la sociedad, y Bilbao tiene de todo. Da mucho juego en una novela negra.
Su historia toca de refilón a ETA. El terrorismo, sin embargo, no está muy presente en la literatura vasca.
Sí, es sorprendente que haya pocas novelas con ese tema. En algunas de mis obras puede aparecer el terrorismo o comandos de ETA, pero no son novelas sobre el terrorismo.
DEIA
Con sus cinco novelas José Javier Abasolo (Bilbao, 1957) se ha convertido en un referente del hasta hace poco inexistente género negro vasco en lengua castellana.
El color de los muertos (Hiria) es la nueva novela del escritor bilbaino en la que reaparece el inspector Rojas, coprotagonista de la premiada Lejos de aquel instante y Nadie es inocente. Con todo, en la literatura de Abasolo el único personaje «fijo» es Bilbao y por extensión Euskadi, aunque es cierto que al cabo de cinco novelas he repetido personajes, explica el escritor.
La novela gravita en torno a tres asesinatos sin aparente relación y un antiguo etarra que inicia una carrera desenfrenada de atentados que desconciertan tanto a los servicios secretos como a la propia cúpula de ETA. Una oscura trama que, como siempre en Abasolo, toma Bilbao como escenario. Nuestro país, con sus contradicciones, su declive industrial y nuevo auge económico y con las lacras y ventajas de una sociedad avanzada es un escenario ideal para este tipo de obras, cuenta el escritor.
Abasolo explica que a la hora de escribir le mueve el romanticismo, el deseo de hacer una obra enraizada en nuestra tierra en clave de género negro; un género que habla de amor, odio, ambición y sentimientos, aunque llevados al extremo de poder matar o morir por ellos.
GARA
José Javier Abasolo nació en Bilbo hace 48 años. Hoy sigue viviendo en la ciudad que le vio nacer, una suerte para un escritor de novela negra que halla en este escenario todos los ingredientes necesarios para tejer una trama de intriga y crímenes. «El color de los muertos» es el título que ha dado a su última historia, en la que tres sucesos que parecen inconexos «acaban confluyendo de un modo insólito».
Antonio Jiménez es un policía racista y machista destinado en Bilbo. Isabel Altube es una agente de la Policía española y Aitor Dorronsoro, un ex militante de ETA. Son tres de los personajes de «El color de los muertos», en la que vuelve a aparecer el inspector Manuel Rojas, un habitual de las novelas de José Javier Abasolo.
¿Novela negra o novela policíaca? ¿Dónde encajaría «El color de los muertos»?
A veces es difícil la separación. Yo considero que lo que escribo es novela negra y, en realidad, no está muy alejada de la policíaca. Creo que la primera es un subgénero dentro de la policíaca pero con una entidad propia. Para mí la novela negra va un paso más adelante de la policíaca; además de investigar el asesinato en sí, se investigan sus consecuencias sociales, sus causas y suele ser algo más dura en el lenguaje y en las actitudes y acciones que presenta.
Por su obra se asoman cuestiones de actualidad como la situación de los inmigrantes, el racismo o el conflicto de Irak...
La novela negra toma sus tramas de la realidad más cercana. Yo soy de Bilbao, soy vasco y pongo mis novelas en Euskadi, aunque, a veces, con derivaciones a otros lugares y, lógicamente, uso como material lo que tengo más cercano. No es que haga una novela sobre el racismo, sobre un conflicto u otro, sencillamente están a mi lado y los manejo para hacer mis historias.
¿Simplemente forman parte del escenario o quiere llamar la atención del lector como una forma de denuncia o de transmitir algún mensaje?
De algún modo hay una denuncia pero es indirecta y casi hasta involuntaria. Mi idea principal es escribir una historia. El lector es suficientemente adulto para decidir qué le parece bien y qué mal. No trato de dar ningún mensaje, lo que ocurre es que intentando describir con honestidad lo que pasa en nuestro entorno sí se puede dejar caer algún tipo de reflexión.
¿Qué puede decir de sus personajes?
La historia transcurre en la época en la que en lugar de la Ertzaintza en las calles de Bilbao está la Policía Nacional. Hay un investigador que es un policía con unas características racistas, machistas. He procurado no caer en la caricatura porque lo que quiero es hacer personajes vivos, humanos. Luego hay un antiguo miembro de ETA, que es médico, que se ve involucrado, de forma involuntaria, en una trama debido a que conoce a uno de sus protagonistas. Su historia pasada influye en lo que va a ocurrir. Hay otro ex miembro de ETA que aparece sin saber nadie por qué, ni la policía ni la propia cúpula de ETA, y empieza a hacer una serie de atracos en Madrid. Por último hay un personaje que ha salido ya en varias de mis novelas, el inspector Manuel Rojas. Ha aparecido en varias, pero no porque mi intención sea crear una serie como puede haber otras que a mí como lector sí me gustan; realmente, como escritor, más que hacer una historia en torno a un personaje me interesa crear la historia y, después, ver qué personaje puede aparecer.
¿Son las páginas de sucesos una fuente de inspiración para usted?
Sencillamente no soy asiduo a las páginas de sucesos de los periódicos. Prefiero leer otro tipo de información. No pretendo hacer reportajes periodísticos, procuro hacer ficción.
En su libro aparece Bilbo entre otras localizaciones. ¿Es esta ciudad un buen escenario para una novela negra?
Bilbao es un escenario ideal para una novela negra, lo tiene todo. Lo es por su historia, por su presente, por su composición ciudadana, por su problemáticas, por sus cosas buenas, que para los bilbainos tiene muchas, y por sus cosas malas, que también existen. También creo que no es que existan ciudades más o menos propicias, depende de la imaginación del autor para situar su novela en un entorno concreto.
¿Existe hoy una novela negra vasca con características propias?
Hasta hace poco no ha habido casi género negro en Euskadi. Ahora empiezan a haber escritores, en euskara y en castellano, que escriben sus obras en clave de novela negra. Espero que en el futuro sí se pueda hablar de una novela negra vasca, no porque seamos idénticos, cada uno tendrá su estilo, pero sí porque será bueno, incluso de un modo egoísta, como proyección al exterior de los escritores del país y porque, además, cada uno tendrá ideas diferentes de la literatura, de la vida, de sus obras y personajes y se estará describiendo, de algún modo, lo que es nuestro país.
PERIÓDICO MUNICIPAL BILBAO (Álex Oviedo)
José Javier Abasolo (Bilbao, 1957) tiene la voz pausada y el aspecto de hombre bonachón y tranquilo, cubierto por una escarcha de timidez. Una imagen que esconde, sin embargo, a uno de los escritores vascos que mejor manejan las claves del género negro, como si su mente estuviera alejada a años luz del personaje que él mismo quiere dar. Su última obra, El color de los muertos (Hiria), tiene buenos ingredientes: un policía racista, el cadáver de un inmigrante marroquí, un guardia civil involucrado en un crimen, la aparición de un activista de ETA oculto incluso para la organización. Pero tiene sobre todo la capacidad de entrecruzar todos esos temas para acabar confluyendo en una obra intensa y compleja.
Apenas ha pasado un año desde la publicación de Hollywood-Bilbao, su anterior novela. Aunque Abasolo advierte que El color de los muertos está escrita antes y tiene relación con hechos ocurridos durante la primera guerra de Irak". En ambas mantiene un pulso entre el género negro. "porque me ha gustado siempre como lector y quizás por eso las historias que se me van ocurriendo son de género". Sea por una u otra razón, la verdad es que José Javier Abasolo ha sido desde siempre un lector adicto a escritores como Raymond Chandler, Dashiell Hammett u Horace McCoy: "por citar a algunos clásicos", pero también a otros como Juan Madrid "que está realizando una gran literatura de género en castellano".
Son lecturas que lo empapan y lo sumergen en mundo oscuros que él desarrolla para acabar situando sus novelas en un entorno conocido: Bilbao. "Por su situación demográfica, de ciudad industrial en declive que ahora se levanta, Bilbao es un lugar ideal para escribir una novela negra. Pero lo es como cualquier otra ciudad. Obviamente es distinto plantear una novela en Bilbao que en Donosti. Todo depende de la mirada del autor y de que sepa coger lo que el entorno le ofrece". Sin embargo, a muchos lectores les sorprende aún que en la villa pueda desarrollarse una trama policíaca de calidad. Abasolo lo justifica "en la falta de costumbre. Hay una especie de cosmopolitismo que piensa que eso tiene que ocurrir siempre en Nueva York o en Los Ángeles. La gente no se da cuenta de que cuando Hammett o Chandler situaban sus novelas en estas ciudades era porque las conocían. En Bilbao tienen lugar historias como las que se cuentan en las novelas. Afortunadamente hay menos asesinatos en la realidad que en la ficción".
Cinco novelas en su haber, y todas de género negro, aspecto que la crítica sigue minusvalorando "porque cataloga este tipo de obras como de segunda categoría, de entretenimiento. Y lo curioso es que a mí sí me parecen de entretenimiento, pero como un valor positivo, no negativo. Ha habido autores como Borges o Graham Greene que han practicado el policiaco. Al final las novelas o son buenas o son malas, da igual el género. Yo hago novela negra porque disfruto escribiéndola, digamos que es el género el que me elige a mí".
Pero aún así, a José Javier Abasolo le es difícil catalogar su propia obra: "de algún modo hago una especie de crónica de lo que está pasando en Bilbao. Por ejemplo, parte de la acción de mi primera novela transcurría en la cervecera de Deusto, que ya ha desaparecido. Me gusta hacer ese tipo de guiños. Ver la ciudad con otros ojos y descubrir cosas que han cambiado con los años".
EL CORREO (Miguel Artaza)
El color de los muertos es una novela negra, poblada por personajes y situaciones prototípicos del género. No faltan ni el poli bueno (Isabel Altube, .quien se verá implicada profesional y sentimentalmente con un antiguo militante de ETA) ni el poli malo (Antonio Jiménez es xenófobo, violento y misógino); agentes secretos que no saben que lo son, sicarios, confidentes a los que se deja trapichear a cambio de información, peces gordos del servicio secreto con poder ilimitado...
En este caso, el inspector Jiménez investiga el asesinato de un marroquí en lo que parece ser un ajuste de cuentas. Paralelamente, una prostituta es apaleada y violada por un policía. El caso es asignado a Isabel Altube, pero Jiménez lo resuelve de manera irregular. Así se conocen y empiezan a trabajar juntos. A medida que investigan, nuevos personajes salen a la palestra y dejan a las claras que nada es lo que parece.
La novela negra toma sus tramas en la realidad cercana, y es común que haya una denuncia, una crítica social que subyace en la ficción. En este caso, la realidad que Abasolo nos describe está plagada de víctimas del racismo, inmigrantes, prostitutas... pero también hay etarras, policías corruptos, periodistas carroñeros... Como el título sugiere, en esta novela hay muchos muertos, de todos los colores. Sin embargo, las muertes de unos y de otros no tienen la misma repercusión.
No es ésta la primera vez que José Javier Abásolo (Bilbao, 1957) escribe novela policíaca. Su novela Lejos de aquel instante resultó ganadora del Premio de Novela Alba – Prensa Canaria 1996. Otros títulos del mismo género publicados por el autor son Nadie es inocente y Una investigación ficticia. En ésta y en otras de sus novelas está presente, aunque aquí sea de manera muy secundaria, el inspector Manuel Rojas.
Este género novelístico sigue una serie de reglas: varias historias paralelas que acaban confluyendo, capítulos breves que saltan de una a otra, información que llega al lector dosificada para mantener la tensión narrativa, etc. Todos estos preceptos y alguno más son cumplidos a la perfección en esta novela, que transcurre en Bilbao (otra de las constantes en la obra de Abásolo) y que atrapa al lector desde la primera página.
LA RIOJA (Diego Marín)
Principal promotor de lo que puede convertirse en la «novela negra vasca», el escritor José Javier Abasolo (Bilbao, 1957) es autor de los libros Lejos de aquel instante (1997; premio de Novela de la Prensa Canaria y finalista del premio Hammett), Nadie es inocente (1998), Una investigación ficticia (2000), Hollywood-Bilbao (2004) y la nueva El color de los muertos (Hirla, 2005), con la que continúa las aventuras del inspector Jiménez. Para presentar el personaje y la novela que vuelve a protagonizar, Abasolo estuvo ayer en Logroño, en la librería 'El Tragaluz' (calle San Juan).
Su protagonista, Jiménez, se sale de los clásicos cánones de elegancia, serenidad y oportunismo para enmarcarse en la brusquedad y la violencia. ¿Intenta así dar mayor realismo a la investigación?
Sí, necesitaba un personaje así, machista y violento, para buscar la otra cara de su compañera (Isabel Altube) y también para poder resolver una investigación como la del asesinato de un marroquí. Pero no busco un arquetipo de protagonista, sino un personaje real.
Además, esta tendencia del antihéroe policíaco se está dando en otros autores como Juan Madrid o Gracia Mosteo. ¿A qué cree que se debe?
Cada vez se intenta ir más a la realidad y buscar nuevos caminos. La figura del clásico investigador que siempre nos ha gustado tiene que transformarse, como todo. Hay que buscar algo nuevo porque es un trabajo de contradicciones, algo a gusto del propio autor. Hay que buscar seres humanos más que personajes imaginarios.
Salvo el citado Juan Madrid y Atxaga, y pocos más, usted refleja la problemática del terrorismo español en sus novelas. ¿Por qué esa reticencia y por qué lo hace usted?
Antes que como escritor, como ciudadano conoces la temática. No escribo sobre ETA, pero la toco en mis novelas. Como autor puedes resolver situaciones que como ciudadano es imposible, aunque te gustaría. Es algo que tenemos cerca, como la mafia en Italia o también el terrorismo en Argelia; es un material más para escribir.
Se erige usted como uno de los grandes defensores de Bilbao como escenario literario. ¿Qué tiene Bilbao de ficticio?
Cualquier ciudad puede ser escenario de novela negra; si hablo de Bilbao --siempre lo digo-- es casi por vagancia porque es mi casa, mi ciudad, es el escenario real que mejor conozco, por lo tanto, me da mayor facilidad.
Y también de la nueva tendencia de la literatura vasca al género negro.
El género, sobre todo por influjo de la Semana Negra de Gijón, se abre a las ciudades y también de lectores, es un género que hemos tomado poco en serio, considerado hasta hace poco como para segundos lectores. Pero hay que ser realistas y, por fin, las editoriales lo están viendo, lo publican y comienza a ser respetado debidamente. Así, más escritores y lectores de acercan a él.
Una curiosidad, ¿ha tomado datos, aunque sea maquillados, de su trabajo en el Juzgado de Instrucción y el Gobierno Civil de Vizcaya?
No, datos concretos no, pero conocías actitudes y lenguajes que te servían, también recursos técnicos que tomabas para escribir.
EL PAÍS (Jon Kortzar)
José .Javier Abásolo (Bilbao, 1957) mantiene una trayectoria conocida en el campo de la novela policíaca, con alguna obra (Lejos de aquel instante, 1997) traducida al francés, y otra (Nadie es inocente, 1998) al francés y al italiano. Su currículo hace que su obra soporte con dignidad las claves de la novela de género negro, como sucede en El color de los muertos.
La prosa sencilla en la descripción; el diálogo, irónico y humorístico, como base para atraer a un lector interesado en la intriga; la acción que se bifurca; la creación de un personaje guiñolesco en el inspector Antonio Jiménez, racista y machista; las paradojas, como la de Isabel Altube, policía nacional enamorada de un antiguo militante de ETA; el cinismo que cierra la novela son elementos atrayentes de la narración, que no está mal escrita.
La novela trabaja dos tramas: la investigación del asesinato de un inmigrante magrebí, que estos dos policías realizan, y una trama internacional de corrupción ligada al embargo contra Irak. La trama policial, que el autor lleva con oficio, en ese doble rizo en que Altube debe a la vez investigar a su compañero de trabajo por un crimen que cometió, realizándose de esta forma la complejidad de las tramas narrativas en la novela negra, se debilita al introducirse ese segundo nivel de narración que corresponde a la novela de espías. Lo local y lo global no terminan de casar. En un momento de la novela, el narrador afirma que la historia "había sobrepasado" a todos los que intervinieron en ella.
La obra acaba con un ejercicio de ironía que muestra que el autor utiliza con eficacia los mimbres del género.
No hay comentarios:
Publicar un comentario