Tras publicar Devenir perra, Itziar Ziga reúne esta colección de textos breves, precarios y bastardos. Han sido recuperados a lo largo de los años de múltiples ordenadores ajenos, gracias al nomadismo y a la precariedad que tienen por costumbre amenizar la vida de la autora. A menudo logró rescatar una copia en los instantes previos a cada naufragio, ruptura, huida o mudanza.
Tania Head, Anna Ajmatova, Caster Semenya, Virginie Despentes, Rocío Jurado, Ocaña, Olympe de Gouges y muchas otras divas de su particular altar punk sobrepueblan estas páginas donde la autora se despacha en torno a sus obsesiones: el placer de las raras como venganza, la búsqueda incesante de antepasadas perrunas, el feminismo lascivo y abrupto, la resistencia contra el capitalismo patriarcal…
Porque, se puede escribir sin una habitación materialmente propia pero no se puede escribir sin un precioso zulo interior.
¡Bendito feminismo, bendita Virginia Woolf!
Entrevista a la autora publicada en el periódico Noticias de Gipuzkoa el 7 de enero de 2010. Redactora: Ana Oliveira Lizarribar
Afincada desde hace tiempo en Pamplona, la escritora de Errenteria ha titulado su útlima obra inspirada por la habitación propia que defendía Virginia Woolf, un espacio íntimo y privado en el que la mujer pudiera edificar su discurso, reflexionar y generar sus opiniónes.
¿Dónde cree que está ese lugar hoy en día?
Woolf se refería, por un lado, a una habitación física, que en su caso podía tenerla porque era una mujer acomodada, pero también a una habitación interior, cuya necesidad hemos descubierto gracias a personas como ella y a la lucha del feminismo. Allí, las mujeres nos hemos dado importancia y hemos visto la necesidad de tener un espacio externo e interno desde el que poder pensarnos. Eso sí, seguro que a Virginia Woolf le daría un soponcio si viera la precariedad en la que trabajamos muchos escritores y escritoras. Por eso ironizo en el título con el tema del zulo.
¿Y cuál es el zulo desde el que escribe usted?
En el libro hago un retrato de los últimos zulos en los que he estado; por eso es un texto bastante autobiográfico e irónico, sin caer en victimismos, porque por lo menos puedo escribir. Ahí aparecen zulos de cuatro metros cuadrados sin ventanas, rincones con muchas humedades, los trabajos de camarera mal pagados para poder mantenerme y escribir... Por supuesto, preferiría tener una habitación enorme, con grandes ventanas y tranquilidad para escribir, pero, de cualquier manera, valoro mucho los zulos que tengo y desde los que puedo escribir; porque son espacios que he robado a la precariedad y que se han convertido en preciosos.
De hecho, a pesar de que la precariedad se ha elevado al cuadrado en un año difícil, en 2009 ha publicado dos libros.
Sí. En el año de la precariedad y de la crisis he publicado mis dos primeros libros, parece que llevo la contraria (risas). Por eso tengo una sensación muy dulce y estoy muy contenta. Lo importante es resistir y seguir construyendo en todas las situaciones. Y, quizá, las personas que estamos en los márgenes, las que no hemos optado por la familia, la hipoteca... nos sabemos manejar mejor en momentos de crisis. De hecho, recuerdo que saqué Devenir perra para el día de San Jordi y firmaba todos los libros poniendo "año de crisis, año de perras". Además, hay que recordar que Virginia Woolf escribió Una habitación propia en 1929, otra fecha en la que el sistema saltó por los aires.
¿Con "Un zulo propio" trata de llamar la atención sobre la necesidad de que la mujer vuelva a reivindicar ese lugar propio que, quizá, ha abandonado un poco en favor de la lucha por compartir espacios antes sólo reservados para los hombres?
Una de las conquistas que nunca podemos dejar de lado y que en el feminismo es un lema es que lo personal es político. Esa parte íntima hay que cuidarla y por eso no viene mal recordarlo de vez en cuando, porque, hoy en día, las mujeres seguimos siendo superwomen, con una doble y triple ración de estrés, preocupadas por nuestra vida, la de los demás, la de la comunidad... Sobre nosotras recaen muchos asuntos y, aunque suene a tópico, es importante proteger nuestro propio espacio, porque, además, las mujeres tendemos a darlo todo y a no poner límites entre lo que damos y lo que necesitamos.
¿No puede suceder, también, que en esa vorágine de lograr y, en alguna medida, alcanzar la igualdad con los hombres, se ha relajado un poco la lucha feminista, que se refiere también a muchas otras cosas?
Como todos los colectivos, cuando van alcanzando derechos y bienestares, se va relajando el tono reivindicativo. Y eso no es malo, no hay que lamentarse; al revés, hay que alegrarse, porque eso quiere decir que se han conseguido cosas. Además, recientemente he participado en las jornadas feministas de Granada, a las que han asistido más de 3.000 mujeres, y me he traído una sensación muy positiva de ver a muchos colectivos distintos, muchos de ellos muy jóvenes.
Así que el relevo está garantizado.
Sí, sin duda. Yo tengo 35 años y ya soy relevo de una generación de mujeres y allí he visto a jóvenes de 20 que ya han leído Teoría King Kong, de Virginie Despentes, que es un libro que te cambia la vida. La verdad es que he vuelto muy contenta.
Entrando un poco más en su libro, ¿qué textos ha decidido recopilar y por qué ésos y no otros?
En realidad, son textos feministas míos y en mi línea, muy autobiográficos y que retratan también mi manada, a la gente que me rodea y las cosas que vivo. El criterio ha sido sencillo, he cogido los textos que había escrito para conferencias y colaboraciones y que tratan de los temas que me interesan: la recuperación de mis antepasadas, la resistencia frente al capitalismo salvaje y frente al machismo, la construcción del placer... También hay otros más breves que proceden del ámbito de los blogs, que es otro de mis canales de expresión.
¿Se percibe en este trabajo la misma "rabia de género" de la que nos habló en "Devenir perra"?
Sí, es el motor de mi vida. Es por donde vehiculo mi necesidad de expresión, mi literatura. Eso sí, es una rabia particular. Bastante carga llevamos encima, bastante violencia, bastante dominación y precarización para mantenernos siempre como una especie de bestia alerta y tensa. Para mí, una de las mayores venganzas frente a eso es ser feliz, disfrutar, generar redes de cariño, de solidaridad, de fiesta. Es un modo de conjurar toda esa miseria con la que se nos intenta domesticar.
Tania Head, Anna Ajmatova, Caster Semenya, Virginie Despentes, Rocío Jurado, Ocaña, Olympe de Gouges y muchas otras divas de su particular altar punk sobrepueblan estas páginas donde la autora se despacha en torno a sus obsesiones: el placer de las raras como venganza, la búsqueda incesante de antepasadas perrunas, el feminismo lascivo y abrupto, la resistencia contra el capitalismo patriarcal…
Porque, se puede escribir sin una habitación materialmente propia pero no se puede escribir sin un precioso zulo interior.
¡Bendito feminismo, bendita Virginia Woolf!
Entrevista a la autora publicada en el periódico Noticias de Gipuzkoa el 7 de enero de 2010. Redactora: Ana Oliveira Lizarribar
Afincada desde hace tiempo en Pamplona, la escritora de Errenteria ha titulado su útlima obra inspirada por la habitación propia que defendía Virginia Woolf, un espacio íntimo y privado en el que la mujer pudiera edificar su discurso, reflexionar y generar sus opiniónes.
¿Dónde cree que está ese lugar hoy en día?
Woolf se refería, por un lado, a una habitación física, que en su caso podía tenerla porque era una mujer acomodada, pero también a una habitación interior, cuya necesidad hemos descubierto gracias a personas como ella y a la lucha del feminismo. Allí, las mujeres nos hemos dado importancia y hemos visto la necesidad de tener un espacio externo e interno desde el que poder pensarnos. Eso sí, seguro que a Virginia Woolf le daría un soponcio si viera la precariedad en la que trabajamos muchos escritores y escritoras. Por eso ironizo en el título con el tema del zulo.
¿Y cuál es el zulo desde el que escribe usted?
En el libro hago un retrato de los últimos zulos en los que he estado; por eso es un texto bastante autobiográfico e irónico, sin caer en victimismos, porque por lo menos puedo escribir. Ahí aparecen zulos de cuatro metros cuadrados sin ventanas, rincones con muchas humedades, los trabajos de camarera mal pagados para poder mantenerme y escribir... Por supuesto, preferiría tener una habitación enorme, con grandes ventanas y tranquilidad para escribir, pero, de cualquier manera, valoro mucho los zulos que tengo y desde los que puedo escribir; porque son espacios que he robado a la precariedad y que se han convertido en preciosos.
De hecho, a pesar de que la precariedad se ha elevado al cuadrado en un año difícil, en 2009 ha publicado dos libros.
Sí. En el año de la precariedad y de la crisis he publicado mis dos primeros libros, parece que llevo la contraria (risas). Por eso tengo una sensación muy dulce y estoy muy contenta. Lo importante es resistir y seguir construyendo en todas las situaciones. Y, quizá, las personas que estamos en los márgenes, las que no hemos optado por la familia, la hipoteca... nos sabemos manejar mejor en momentos de crisis. De hecho, recuerdo que saqué Devenir perra para el día de San Jordi y firmaba todos los libros poniendo "año de crisis, año de perras". Además, hay que recordar que Virginia Woolf escribió Una habitación propia en 1929, otra fecha en la que el sistema saltó por los aires.
¿Con "Un zulo propio" trata de llamar la atención sobre la necesidad de que la mujer vuelva a reivindicar ese lugar propio que, quizá, ha abandonado un poco en favor de la lucha por compartir espacios antes sólo reservados para los hombres?
Una de las conquistas que nunca podemos dejar de lado y que en el feminismo es un lema es que lo personal es político. Esa parte íntima hay que cuidarla y por eso no viene mal recordarlo de vez en cuando, porque, hoy en día, las mujeres seguimos siendo superwomen, con una doble y triple ración de estrés, preocupadas por nuestra vida, la de los demás, la de la comunidad... Sobre nosotras recaen muchos asuntos y, aunque suene a tópico, es importante proteger nuestro propio espacio, porque, además, las mujeres tendemos a darlo todo y a no poner límites entre lo que damos y lo que necesitamos.
¿No puede suceder, también, que en esa vorágine de lograr y, en alguna medida, alcanzar la igualdad con los hombres, se ha relajado un poco la lucha feminista, que se refiere también a muchas otras cosas?
Como todos los colectivos, cuando van alcanzando derechos y bienestares, se va relajando el tono reivindicativo. Y eso no es malo, no hay que lamentarse; al revés, hay que alegrarse, porque eso quiere decir que se han conseguido cosas. Además, recientemente he participado en las jornadas feministas de Granada, a las que han asistido más de 3.000 mujeres, y me he traído una sensación muy positiva de ver a muchos colectivos distintos, muchos de ellos muy jóvenes.
Así que el relevo está garantizado.
Sí, sin duda. Yo tengo 35 años y ya soy relevo de una generación de mujeres y allí he visto a jóvenes de 20 que ya han leído Teoría King Kong, de Virginie Despentes, que es un libro que te cambia la vida. La verdad es que he vuelto muy contenta.
Entrando un poco más en su libro, ¿qué textos ha decidido recopilar y por qué ésos y no otros?
En realidad, son textos feministas míos y en mi línea, muy autobiográficos y que retratan también mi manada, a la gente que me rodea y las cosas que vivo. El criterio ha sido sencillo, he cogido los textos que había escrito para conferencias y colaboraciones y que tratan de los temas que me interesan: la recuperación de mis antepasadas, la resistencia frente al capitalismo salvaje y frente al machismo, la construcción del placer... También hay otros más breves que proceden del ámbito de los blogs, que es otro de mis canales de expresión.
¿Se percibe en este trabajo la misma "rabia de género" de la que nos habló en "Devenir perra"?
Sí, es el motor de mi vida. Es por donde vehiculo mi necesidad de expresión, mi literatura. Eso sí, es una rabia particular. Bastante carga llevamos encima, bastante violencia, bastante dominación y precarización para mantenernos siempre como una especie de bestia alerta y tensa. Para mí, una de las mayores venganzas frente a eso es ser feliz, disfrutar, generar redes de cariño, de solidaridad, de fiesta. Es un modo de conjurar toda esa miseria con la que se nos intenta domesticar.
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