La presentación de dos libros se convirtió el 13 de septiembre en un acto en memoria de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en San Sebastián y en el conjunto de Euskadi. Frankismoa Donostian, del historiador Iñaki Egaña, revive la mayor tragedia sufrida por la capital guipuzcoana en el siglo XX, al cumplirse ayer el 75º aniversario de la toma de la capital por las tropas sublevadas contra la República. Tras la entrada de las tropas franquistas en la ciudad fueron fusiladas unas 400 personas.
El trabajo, elaborado por la Asociación de Víctimas del Genocidio con el apoyo del Gobierno vasco y de la Diputación de Gipuzkoa, fue presentado en el Ayuntamiento de San Sebastián por el propio Egaña, acompañado por la Directora foral de Memoria Histórica, Marina Bidasoro, el edil Axier Jaka, y varias víctimas del franquismo.
El estudio realizado por Egaña a partir de la información que ha recabado en diferentes archivos e instituciones y de testimonios de supervivientes sostiene que cerca de 46.000 de los 80.000 habitantes que tenía San Sebastián en 1936 decidieran abandonar la ciudad hacia el exilio o refugiarse en Bizkaia empujados por el avance de las tropas de Franco.
Cerca de un 1% de los vecinos que se quedaron en la capital guipuzcoana fueron fusilados por los franquistas, una cifra estremecedora, en palabras de Egaña.
Además, una veintena de donostiarras murieron por los bombardeos que sufrió la población civil desde el mar, al igual que un 10% de quienes se apuntaron a las milicias republicanas a los batallones de gudaris fallecieron en combate. Mientras, casi 800 niños tuvieron que ser evacuados a Francia, Gran Bretaña, Bélgica y Rusia, muchos de los cuales no regresaron nunca. La represión posterior a la caída de la ciudad trajo como consecuencia estancias de larga duración en la cárcel para 1.140 vecinos, así como la confiscación de los bienes de 48 donostiarras considerados pudientes.
Egaña destacó que tras las cifras hay vidas que fueron cortadas y familias que tuvieron que llorar en silencio a sus muertos durante décadas y recordó que la investigación de estos hechos no concluirá nunca porque siempre hay nuevos pasos que dar y nuevos datos que ven la luz.
Sobre el inicio de la Guerra Civil en Euskadi han escrito también Pedro Barruso y Juan Carlos Jiménez de Aberásturi. Los 55 días de intensos combates que se produjeron en Gipuzkoa durante la contienda están reflejados en su obra, también presentada ayer, El comienzo de la Guerra Civil en Euskadi, que ha sido editada por Kutxa.
El libro reúne numerosas fotografías sobre el desarrollo de la guerra en Gipuzkoa, especialmente en Irún y en San Sebastián, y ofrece una nueva visión del transcurso de la contienda, a través de los informes que el cónsul francés en la capital donostiarra, Jean Herbette, remitió a las autoridades de su país hasta el año 1937, en el que fue destituido debido a la presión de un sector de la prensa del país vecino que no veía con buenos ojos su simpatía hacia los insurrectos.
Algunos de sus informes ponen de relieve la carencia de armamento y municiones que sufrían las fuerzas leales a la República, así como la falta de mandos cualificados y la descoordinación de sus combatientes, entre otros datos.
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