No, no es una fantasmada, ni siquiera
trato de compararme con el gran Ellroy (no por falsa modestia, sino por pura reciprocidad,
si él nunca se ha comparado conmigo no sé por qué tengo yo que compararme con él),
sino la constatación de un hecho. Como en aquel antiguo programa de televisión,
“Reina por un día”, yo fui James Ellroy por un día.
La historia tiene su explicación. Hará unos
diez años me pidieron, desde un periódico de Bilbao, un relato para una serie
de “Cuentos de Verano”. Así lo hice y les envié el relato. Junto a él aparecería
una breve biobibliografía del autor y una fotografía.
La confusión surgió cuano al ir a buscar una
fotografía mía al archivo del periódico se encontraron con un artículo anterior también firmado por mí que iba dentro de un reportaje más amplio sobre el bueno de James y, claro, la única
fotografía que allí aparecía era la del propio Ellroy, así que ni corto ni
perezoso, el encargado de buscar una foto de José Javier Abasolo
cogió la de James
Ellroy y la imprimió sobre la biografía que acompañaba al
relato.
Con lo que por un día me convertí en James
Ellroy o, al menos, mi cara fue la de Ellroy.
Así que puedo decir, sin lugar a dudas, que entre el escritor norteamericano y yo hay una evidente conexión, aunque esta conexión proceda de una confusión. pero con cosas más nimias se hicieron grandes hazañas y descubrimientos
Así que puedo decir, sin lugar a dudas, que entre el escritor norteamericano y yo hay una evidente conexión, aunque esta conexión proceda de una confusión. pero con cosas más nimias se hicieron grandes hazañas y descubrimientos
Desde entonces me convertí en un fan del
amigo James porque si el destino nos unió, no voy a ser yo quien pelee contra
el destino.
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