Título: LA BALADA DE LOS MISERABLES
Autor: ANÍBAL MALVAR
Editorial: AKAL
Trama: La desaparición de una niña gitana en un
poblado marginal y de chavolas de Madrid no parece inquietar a nadie, salvo a
la madre de la niña y su abuelo paterno, hasta que un policía marginado también
entre los suyos decide hacerse cargo del caso.
Personajes: El Tirao, gitano que se ha
desenganchado de las drogas y vive de pequeños robos, serio y reconcentrado en
sí mismo, El Bellezas, padre de la niña desaparecida, al que parece preocuparle
más su propia persona que su hija, O'Hara, de auténtico nombre Pepe Jara,
inspector de policía politoxicómano, con un elevadísimo coeficiente de
inteligencia, escéptico e irónico y al mismo tiempo entregado a su trabajo, su
compañero, el inspector Ramos, que por lealtad a O'Hara siempre le acompaña en
sus aventuras por absurdas que sean, Grande y Chico, pareja de matones y entre
ellos, sin ningún típico de escrúpulo moral siempre al servicio de quien les
paga, Ximena, antigua novia de O'Hara, rica heredera y periodista, que intenta
descubrir qué hay detrás de la desaparición de la niña, Soledad Ortiz,
religiosa combativa y feminista, que proporciona atenciones médicas a los
habitantes del poblado
Aspectos a Destacar: El tono lírico, incluso poético
en ocasiones, que el autor es capaz de dar a una historia que por lo demás es
una novela negra, negrisima, con todas las de la ley, sin que ese lirismo sea
complaciente sino que remarca aún más las miserias y atrocidades que en la
novela se cuentan y se denuncian / La pluralidad de voces narrativas, muchas de
ellas inusuales pero efectivas, ya que junto a sus protagonistas cuentan
también la historia, la luna, la vejez, la placa de un policía o un loro, entre
otras voces igual de insólitas pero que dan a la novela el toque lírico ya mencionado
sin dejar de describir con crudeza los acontecimientos narrados y las causas
últimas de los mismos.
La Frase: Inteligencia y supervivencia son valores
inversamente proporcionales. Nadie ha visto nunca a una rata balancearse de la
rama de un almendro, con una soga al cuello, la lengua fuera y la erección del
ahorcado. Ni cortándose las venas en una poza o bañera de agua guarra. Ni
arrojándose hacia el éter desde un sexto suicida.
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