Título: OJOS DE HIELO
Autora: CAROLINA SOLÉ
Editorial: PLANETA
Trama: La muerte en la Cerdanya de un prohombre del
valle, que mangoneaba con la misma soltura tierras, instituciones comarcales y
personas, conmocionará al valle y hará que las autoridades policiales busquen,
a toda costa, un culpable a quien endilgarle el marrón. El problema surge que
la elegida tiene una amiga, abogada en Barcelona, acostumbrada a pelear con
uñas y dientes en los juzgados y en la vida, que no se cree el veredicto
policial y decidirá investigar por su cuenta.
Personajes: Dana Prats, veterinaria de la
comarca, soñadora y de personalidad débil, su amiga Kate Salas, abogada de élite
en Barcelona, oriunda de la comarca, de la que se fue para escapar del
asfixiante ambiente familiar y local, Magda Arderiu, comisaria de policía, fría
y ambiciosa, a la que no le importa fabricar un falso culpable con tal de ascender
profesional y socialmente, J. B. Silva, inspector de policía encargado del
caso, aficionado a las motos y a las mujeres, orgulloso y honesto,
"refugiado" en la Cerdanya tras un fiasco profesional, Santi Bernat,
hijo del cacique asesinado, gigantón codicioso que piensa que todo se le debe
por ser de la familia que es, el excomisario Salas, abuelo de Kate y patriarca
de la familia, a la que gobierna con mano de hierro, poco partidario de los
derechos de las mujeres, Delclòs, agente de policía hijo del juez local,
narcisista y de pocas luces, Miguel Salas, hermano de Kate, la típica buena
persona incapaz de hacer nada, que se suele aprovechar, a veces
inconscientemente, de los demás, Rosa, secretaria de la comisaría, viuda sensata
y bondadosa, "protectora" a su manera de J. B..
Aspectos a Destacar: Se trata de una primera novela
que pese a su extensión (690 páginas) no se puede dejar de leer desde que se
inicia la primera de ellas, con una descripción de la Catalunya rural alejada
del cosmopolitismo barcelonés, pero con sus historias, secretos y tradiciones
propias capaces de albergar una inquietante y bien sostenida novela negra.
La Frase: No iba a dejar que la hicieran sentirse
culpable por nada. Ni hablar. Se había marchado para vivir su propia vida lejos
del dominio controlador del abuelo para olvidarse de las cosas que la hacían
sentir pequeña, de las manipulaciones y de los pactos de silencio, de las
miradas enjuiciadoras y de la atmósfera asfixiante del valle.
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