LA NOVELA: César Astarloa es un escritor de éxito en horas
bajas. Un amigo íntimo se suicida y su pareja le abandona. Estos hechos le
alteran y no logra escribir una sola línea. En tales circunstancias anímicas,
recibe una llamada de un tal Didier Detex, a quien no conoce absolutamente de
nada. El francés le cita en Cauterets argumentando que está en posesión de unos
documentos que le proporcionarán material de sumo interés para una nueva novela.
Es una cita que nunca habría aceptado en condiciones normales, pero la
editorial le apremia y decide acudir. La información que le proporciona Didier
abre las puertas a una trama que se situaría en el ámbito del thriller
político, un género que siempre ha evitado. No obstante, sugieren una cuestión
dramática que decide aprovechar. El libro se publica y César vuelve a gozar del
éxito que solía, pero el argumento nada tiene que ver con el sugerido por Detex
y esto desata acontecimientos inesperados por el autor. Durante el proceso de
creación, César va descubriendo que no es tan libre como creía y que por encima
de él se desarrolla una trama que nada tiene de ficción. Traición, asesinatos y
manipulación, se convierten en elementos cotidianos en la nueva vida del
protagonista. Los escenarios en los que se desarrolla la acción son: Bilbao,
San Sebastián, Londres, Milán, Esmirna, Atenas y las Islas Griegas.
EL AUTOR: Agustín Mamolar nació en Bilbao, donde
además reside en la actualidad, aunque ha vivido también en Madrid y en Munich.
Durante su vida profesional se ha visto obligado a viajar constantemente,
visitando con asiduidad Maruecos, Francia, Estados Unidos, Argentina y Brasil.
A estos países hay que añadir otros que ha recorrido por curiosidad o por
placer, como Grecia, Italia, Turquía o Portugal, y a todos ellos los ha hecho
protagonistas de escenas de sus novelas.
La bicicleta, las botas y la
mochila o el velero han sido medios usuales empleados en sus desplazamientos,
complementados con el coche, el tren o el avión para los tramos más largos.
Los viajes no consisten
únicamente en entrar en contacto con otros paisajes y otras gentes, a menudo el
viaje se convierte en un recorrido íntimo, en una relación de uno mismo con las
sensaciones que motiva el entorno. Se hace necesario aprender a vivir en
soledad y es en esos momentos en los que el autor hizo de la lectura y de la
escritura sus más valiosos cómplices.
Fruto de esta relación con
las palabras, de las observaciones y de la urgencia de contarse a sí mismo qué
sentía, qué veía, que le emocionaba, nacieron muchos de los relatos que ha
escrito, así como sus novelas El infinito vertical y Largando
amarras y la todavía inédita El espejo del tiempo.
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