Esta es una
historia de género, negro en toda su extensión y desarrollo, con su muerto
recién sacado del agua a modo de arranque de una trama ambientada en diferentes
escenarios del País Vasco y alrededores, con sus paisajes de contenedores
portuarios, lujosos chalés en la costa cantábrica, campos de golf imposibles
entre viñas a orillas del Ebro o el paisaje urbano de las inmediaciones de los
juzgados de varias capitales de provincia.
También, o sobre
todo, es la historia de sus dos principales protagonistas, la muy peculiar y
siempre impredecible agente detective de la policía autonómica vasca Maider
Fernández, y su contrapunto el eternamente bisoño abogado Iñaki Ábalos. Cada
uno en su lado de la trinchera de una historia en la que, como en la mayoría de
las de su género, nada es lo que parece; pero, en lo que mucho se parece,
demasiado, a lo que nos rodea a diario y apenas nos enteramos de la misa la
media: especulación inmobiliaria, empresarios y políticos corruptos, jueces,
policías y quinquis a sueldo del mejor postor, narcotraficantes
centroamericanos y también algún que otro honrado ingenuo que cree que las
cosas deberían ser siempre de otra manera. Y en eso están Maider e Iñaki, en,
hacer todo lo que está en sus manos para llegar al fondo del asunto caiga quien
caiga. Eso de no ser ellos, a saber si juntos o por separado, los que se acaben
despeñando en el intento.
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