En dos jueves consecutivos me trasladé a Pamplona
para participar en sendos actos literarios. Sobre el primero, "Pamplona
Negra", ya he hablado en el blog. Pero una semana después, el pasado 29 de
enero, acudí a la librería Elkar para participar, junto a Aingeru Epaltza y Ángel
Erro en una tertulia literaria sobre "Navarra, el reino que pudo ser y no
fue, desde nuestra literatura", para hablar tanto de mi novela "Una
decisión peligrosa", una ucronía, en la que aparece una Navarra
independiente y protestante en la época de la II Guerra Mundial, como de la trilogía
histórica de Aingeru Epaltza, "·Erresuma eta Fedea / El Reino y La Fe ",
protagonizada por Joanes Mailu, un caballero navarro de religión protestante
cuya obsesión o ilusión es que Navarra recobre los territorios situados al sur
de los Pirineos y Pamplona vuelva a ser su capital. Las dos primeras de las
cuales, "Casta de bastardos" y "Yo que fui rey de Navarra"
han sido traducidas al castellano, precisamente por Ángel Erro, que ya está trabajando
con la tercera "Nuestra Jerusalén perdida".
Volver a Pamplona, la vieja Iruñea, siempre es un
placer, y mucho más cuando te reciben con los brazos abiertos. Idoia Arozena,
de la Editorial Ttarttalo, y Lierni Mendizabal, de Elkar, hicieron lo imposible
para que nos sintiéramos a gusto, así como el resto del personal de la librería.
Tuve la ocasión, además, de volver a saludar a Carlos Bassas ("El honor es
una mortaja"), alma máter de "Pamplona Negra", que una semana
antes había moderado la mesa redonda en la que participé, así como a los buenos
escritores navarros, y desde que nos conocimos ya amigos, Carlos Erice Azanza ("Beautiful
Rohodesia") y Aitor Iragi Eraul ("A las diez en el Diez").
A Aingeru Epaltza le conocía, curiosamente, por una
participación común hace unos años en la BCNegra. Verme de nuevo con él y
disfrutar de su charla amena y su cultura fue un placer. De Ángel Erro sólo tenía
referencias por su trabajo, excelente, como traductor de Aingeru. Conocerle en
persona fue una alegría. Pero sobre todo estuvieron los asistentes, atentos y
participativos.
En la tertulia hablamos de nuestros libros, pero no sólo
de ellos. Llegamos a la conclusión de que Navarra, Vasconia, Euskal Herria,
como se la quiera llamar, ha sido un país tradicionalmente católico pero que,
curiosamente, siempre ha tenido, quizás sin ser consciente de ello, un
"alma calvinista".
Ángel Erro, en su papel de moderador, nos hizo una
serie de preguntas tan comprometidas como interesantes. Entre mi mala memoria y
que no grabamos la tertulia no me atrevo a contar todo lo que hablamos, ni
muchos menos a hablar por boca de Aingeru Epaltza, que lo hizo muy amena y
atinadamente, pero como Ángel ha tenido la gentileza de pasarme por escrito las
preguntas que nos hizo de viva voz, las transmito en el blog, con mis
respuestas. Seguramente no utilicé las mismas palabras, y hasta es posible que
alguna respuesta contradiga lo que dije en su momento, soy así, no tengo
remedio, pero en lo fundamental transcribo lo que contesté a las preguntas.
Volveré a Pamplona. Eso, seguro.
Y aquí están las preguntas incómodas, que a la manera
de Gonzo, el colaborador de El Gran Wyoming, nos hizo Ángel Erro. Junto a mis
respuestas.
¿Cómo surgió la idea/necesidad de contar esta
historia, cuál fue el hilo que trajo esta madeja? ¿Y qué os llevo a elegir ese
género y no otros para contarla? (en ambos casos encuentro que son géneros
mixtos, que acaso hubieran admitido otras combinaciones)
En mi caso, básicamente soy escritor de novela negra,
pero siempre me han interesado las ucronías. Además, la ucronía es
perfectamente conjugable con el género negro. Por lo que respecta al germen de
"Una decisión peligrosa" surgió de un pasaje de nuestra propia
historia que, en muchos casos desconocemos, como que la primera traducción de
la Biblia al euskera la efectuó un pastor protestante navarro, Joannes
Leizarraga, por mandato de una reina navarra protestante, Juana III de Albret,
y se me ocurrió fantasear con qué podría haber ocurrido si los esfuerzos de esa
reina por convertir al protestantismo a su pueblo hubiesen triunfado.
¿Hasta qué punto habéis sido dependientes de lo
descubierto en fase de documentación? ¿Hasta qué punto se puede aprender de Historia
leyéndoos?
En lo que respecta a "Una decisión
peligrosa", al ser una ucronía, por lo que puede decirse que en cierto
modo te "inventas" un país, tenía bastante libertad. Pero al mismo
tiempo las ucronías que a mí me gustan son las que pueden ser "verosímiles",
aquellas en las que la historia alternativa, aunque no triunfara, podría haber llegado
a hacerlo de darse otras circunstancias, sin que nos chirríen los esquemas. Por
eso tuve que cuidar el punto de partida histórico (ya explicado) y, por otra parte,
al situar la trama en la época de la II Guerra Mundial, me esforcé en ser lo
más ajustado posible a la realidad.
¿Aprender historia de mi novela? Quizás algo sobre el
pasado de nuestro pueblo hace 500 años, aunque no tanto como en la trilogía de
Aingeru Epaltza. Lo que sí creo es que puede enseñarnos que nada es inamovible.
El pasado allí está, pero el futuro puede tener muchas opciones, y aunque no
soy tan ingenuo como para pensar que todo depende de los ciudadanos, algo sí
que podríamos, o deberíamos, influir en cómo sea ese futuro.
La mayor parte de los autores de ucronías (y también
incluiría a los de novela histórica) utilizan el universo inventado (o la
elección de un momento puntual del pasado y no otro) para denunciar o resaltar
un problema en su propia realidad. ¿Vosotros os lo planteasteis de ese modo,
conscientemente? ¿Qué tratabais de “corregir” del presente?
En las ucronías no se trata tanto de “corregir” el
presente, que es el que es, como de expresar que los hechos, la historia,
podría haber sucedido de otro modo, siempre desde la verosimilitud. En ese
sentido, sin confundir deseos con realidades, la posibilidad de que el Reino de
Navarra hubiera recuperado su independencia tras ser conquistada en 1512,
reagrupando incluso todos los territorios vascones que en una época le
pertenecieron, me resultó literariamente muy atractiva. Y además, como ya he
explicado en la pregunta anterior, creo que las ucronías nos enseñan que nada
está predeterminado, que lo mismo que el pasado es el que es, y no hay nada ni
nadie que pueda enmendarlo, salvo literariamente como en mi caso, el futuro sí
puede ser diferente,
Aingeru dice que en su trilogía existe un innegable
juego de paralelismos entre algunos de los hechos y algunos de los personajes
con hechos y personajes de nuestra realidad presente. Supongo que así será
también en la novela de José Javier (por ejemplo, en Una decisión peligrosa el
primer personaje que vemos es un reverendo protestante de nombre y edad similar
al General de la Compañía de Jesús: Pedro Arrupe). A modo de exclusiva, ¿nos
podríais adelantar o insinuar algunos de esos paralelismos?
Al final, las historias que contamos, hablemos de la
época que hablemos o usemos el género que usemos, nos hablan siempre del ser
humano, de sus pasiones, de sus necesidades, de sus ambiciones, y esas pasiones
o ambiciones también ocurren a nuestro alrededor. Además, tanto las novelas de
Aingeru como la mía, siendo ficciones y asumiéndolas como tales, parten de
situaciones políticas complicadas, por lo que entiendo que, aún sin ser
conscientemente esa nuestra intención (no la mía al menos) es lógico, e incluso
comprensible y en muchos casos acertado, que el lector busque paralelismos con
la situación actual del país y del mundo.
Por otra parte, en mi caso el hecho de utilizar
personajes o situaciones reales como el padre Arrupe (en la novela misionero
protestante), Pío XII, la II Guerra Mundial, el régimen franquista o el
nazismo, incluso una familia de raigambre aristocrático en la antigua Navarra,
los Beaumont, iba dirigido en el sentido de dar la máxima verosimilitud a mi
historia alternativa.
Ambas novelas están imbuidas de una especie de
realismo sucio: se va de lo más sórdido hasta las más altas esferas. ¿Es más
que una elección estética?
La novela negra, y "Una decisión peligrosa"
no deja de serlo, aunque incorporada a una ucronía, es precisamente, a mi modo
de entender, el género que permite mejor esos saltos de unos ambientes a otros.
Como decía don Juan Tenorio "yo a los palacios subí y a las cabañas
bajé". Pues bien, aunque en la época de Zorrilla no existiese el género
negro, en el fondo ésa es la esencia del mismo.
¿Ese afán de relectura de la realidad abarca más
ámbitos que el de la situación política? Vemos que El Reino y la Fe usa de
varios autores de la Literatura Vasca Clásica para dotarlos de una personalidad
nada angélica, muy alejada de las versiones edulcoradas o neutras de los
Manuales de Literatura.
Aingeru es un hombre muy versado en nuestra historia
y nuestros clásicos, lo digo con admiración, sin peloteo. Yo no llego a tanto,
por supuesto. Pero en mi caso, aparte de la lectura política que se puede hacer
legítimamente, como ya he dicho anteriormente, creo que en mi novela se habla
también de la intolerancia, que no sólo puede ser política, sino religiosa,
social o de cualquier otro tipo.
En las obras de ambos (tanto en la Trilogía de El
Reino y la Fe como en Una decisión peligrosa) la Reforma Protestante y su
incidencia en el Reino de Navarra durante (o desde) el siglo XVI (germinal en
un caso; desarrollada plenamente en otro) reviste una importancia central.
¿Cómo valoráis ese momento? ¿Fue realmente el “momento” (fallido) de Navarra y
de Euskal Herria?
Fallido o no fallido, según los pensamientos de cada
uno, sí fue un momento histórico en el que Navarra, entendida no como
provincia, sino como Reino o Estado, pudo haberse desarrollado nuevamente. En
ese sentido, el factor religioso, de haber prosperado los esfuerzos por
extender el protestantismo, sí que podría haber sido determinante, ya que junto
a los lingüísticos, históricos o socioeconómicos, la religión suele ser un
factor determinante en la construcción/consolidación de una identidad nacional.
Otra coincidencia entre ambos obras es la centralidad
simbólica de la capital del Reino (como carencia y Jerusalén anhelada o como
escenario excepcional –en Una Decisión Peligrosa, Pamplona me ha parecido un
trasunto en miniatura de Londres o casi un Bilbao). ¿Os planteasteis
alternativas a Pamplona a la hora de situar la acción? ¿Tenía que aparecer
Pamplona? ¿Tenía que ser un Reino? ¿Advertís cierto fenómeno, novedoso, de navarrización
de lo vasco?
En mi caso, al ser una ucronía, lo del Reino o
República quizás fuese accesorio, pero al describir Navarra como un reino
independiente y protestante engarzaba más fácilmente con la historia, tanto con
la que fue como con la que pudo haber sido y no fue. Y lógicamente, la capital,
porque así lo fue históricamente, tenía que ser Pamplona. Ni siquiera siendo de
Bilbao se me ocurrió trasladar la capital de Navarra a lo que para los
bilbaínos es, sin lugar a dudas, la "capital del mundo".
En cuanto a si mi Pamplona es un trasunto en
miniatura de Londres o Bilbao, en realidad al ser la capital de un estado
independiente tenía que ser así, como la describo, no podía ser de otro modo.
En las capitales de los estados, aunque pueda haber ciudades tanto o más
importantes o influyentes, es donde se deciden las cosas y, por tanto, donde se
concentra el poder político y económico y son, de algún modo, la "carta de
presentación" del país ante el mundo.
Sobre el fenómeno de navarrización de lo vasco, me
parece algo lógico si se piensa en lo que históricamente ha sido, o ha podido
ser, este país. No tenemos más que mirar los orígenes o recordar, simplemente,
que en la antigüedad al euskera se le llamaba "lingua navarrorum". Lo
navarro y lo vasco, a mi modo de ver, van unidos. Otra cosa es la pluralidad de
los territorios e incluso dentro de cada territorio, que hay que respetar y
defender, pero si entramos en el terreno político, como por suerte o por
desgracia siempre acabamos en este país, yo más que partidario de la
incorporación de Navarra a la Comunidad Autónoma Vasca, estaría más a favor de
la integración de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en la Comunidad Foral o Reino de
Navarra