Artículo publicado en el periódico DEIA el 29 de noviembre de 2010. Redactora: Cristina M. Sacristán.
Acaban de concederle el Premio Lauaxeta por promover el euskera, y no es la primera mención que recibe, ya que este teólogo, sociólogo, periodista, profesor, escritor y euskaltzaina cuenta con un curriculum interminable, siempre en defensa de la cultura vasca y su amada lengua
Joan Mari Torrealdai (Forua, 1942) dice que, al hablar en castellano, algunas palabras "flotan en el aire", ya que las traduce del euskera. No cabe duda de que su modesta apreciación tiene mucho que ver con su espíritu laborioso y perfeccionista, ya que su discurso es ágil, interesante y, lo más llamativo, de una gran humanidad y dinamismo. Lo cierto es que no para; logramos charlar con él tras la firma de la dotación de 2,3 millones de euros por parte de Gobierno vasco y Diputaciones para Euskaltzaindia.
La firma (del viernes), ¿qué cree que puede reportar?
Es una buena noticia precisamente porque es una continuidad. A veces estamos acostumbrados a chispazos efectistas, más que efectivos. Pero en Euskaltzaindia somos maratonianos. Y en tiempos de crisis creo que esto todavía tiene más mérito.
Tras esa pelea suya en pro del euskera durante años, ¿está cómodo en Euskaltzaindia? ¿Cree que potencia el euskera al nivel que le gustaría?
Bueno, Euskaltzaindia sobre todo se centra en el corpus, no tanto en el status, al haber instituciones que se preocupan por él. Sobre todo la nueva Dirección está dando pasos muy importantes. Aunque soy académico de número desde 2007, estuve siempre cercano. Que me eligieran para entrar fue un momento vital, porque aún estaba a la espera del juicio de Egunkaria. Lo percibí como reconocimiento a mi trabajo, del mundo del euskera, sin connotaciones políticas. Fue sin duda un honor. Pero esa alegría dura un día. El resto del tiempo es trabajo. Andrés Urrutia me dijo: "Hoy es un día de fiesta pero mañana toca trabajar".
Dsde luego, trabajar, trabaja, y en diversos frentes. Enhorabuena por el Premio Lauaxeta, ¿cómo se lo ha tomado?
Eskerrik asko. Todos los premios te saben bien, por lo que suponen de reconocimiento de la trayectoria. Eso es que vamos para mayores...
Pues la imagen que da no se corresponde con su DNI.
Debe de ser verdad, la edad es puro calendario, no tengo esa percepción de mí mismo. Y el espejo tampoco me dice eso. Ni mi actividad.
¿Eso se debe al entusiasmo?
Bueno, y también a un gran porcentaje de suerte: si te toca un cáncer... En eso he tenido mucha suerte en la vida, la vida me ha tratado bien. En cuanto al premio, es de Bizkaia, mi tierra de origen, y dado por su máxima autoridad, la Diputación. Me voy a 1917, el inicio de Euskaltzaindia, Eusko Ikaskuntza y otros proyectos de este país -que algunos se quedaron a medio camino, como la Biblioteca Nacional Vasca-. Y veo la fuerza que tenía una Diputación con equipo abertzale por primera vez, y que hizo una recuperación del país, de la memoria histórica y de proyectos a futuro. Es importante que en un tema que me afecta tanto me den este premio. Y que sea Lauaxeta, un escritor mártir. Y el viernes 3, Día del Euskera, que ha sido mi vida.
Me alegro de que piense que ha tenido mucha suerte, porque creo que ha tenido sinsabores importantes. Aunque su trabajo sí ha sido laureado.
Sí, sí, por eso te digo que tengo suerte. No lo digo con falsa humildad, creo que hay gente que trabaja mucho más que yo, pero que no ha tenido reconocimiento en vida.
Suele convenir morirse para que te reconozcan las cosas, ¿eh?
Sí, a mí me ha llegado a tiempo. Has hablado de sinsabores. Pues es verdad, he conocido de cerca el infierno. Se parece mucho. Pero también tiene una doble lectura positiva, que es el reconocimiento y apoyo recibido de gente de todos los colores, y que la sentencia ha sido clarísima, en que ¡ni por asomo! ha habido nada de lo que nos acusaron. Sin negar que han sido los peores momentos de mi vida.
Justicia que se ha hecho esperar.
La justicia no ha llegado. Ha llegado un primer acto de un camino que se tendría que realizar en la dirección apuntada. Porque queda un periódico cerrado, estamos pendientes de un segundo juicio... Ahora, se ha dado un paso muy importante, es un espaldarazo para nuestra labor.
Serían días de mucho "revival" inquisitorial, ¿no?
Sí. Hemos conocido muchos años de franquismo, con Jakin prohibida y cancelada, Anaitasuna también sufrió los zarpazos de la censura... Pero los años de Aznar han sido pura Inquisición, una caza de brujas, donde ETA sirvió de excusa para arrasar con todo lo que es euskalzale, abertzale, etc., si hay el más mínimo resquicio. Eso es impensable en una democracia que funcione. Pero ha sucedido. Como mi mujer me suele decir, a otros les toca un cáncer.
¿La filosofía y la teología ayudan a sobrellevar esos momentos o la rabia es inevitable?
Lo que puedo decir es que en este proceso he sentido impotencia, y rabia, pero no he sentido odio. Sobre todo ante la impunidad con que te pueden tratar, conocer las tripas oscuras que tiene el Estado, que vimos en esos días en la cárcel.
¿Quién le habría dicho a sus tutores en las carreras sacerdotal y teológica que iba a dedicar más de media vida a denunciar el franquismo, la situación del euskera...?
Nosotros somos del Concilio del Vaticano II. La religión que hemos vivido es la tradicional, pero luego la forma de percibir la realidad fue muy moderna. Y tuvimos la suerte de vivir de cara al exterior, no era una formación endogámica. Yo denuncio muy poco, ¿eh? Analizo, no denuncio prácticamente. Soy sociólogo y periodista de formación, un poco la síntesis de las dos cosas. Hice la tesis sobre la censura franquista, con el tema vasco y el libro en euskera. Eso quiere demostrar que ha existido, que no hay nada de anecdótico: ha sido sistemática y estaba programada dentro de la política fascista de Franco. En El libro negro del euskera respondo a esa desmemoria programada: cuando pasa el franquismo, se pretende no hurgar en las heridas, echar tierra a los cadáveres y comenzar una nueva vida.
El pueblo que pierde la memoria está condenado a repetir sus errores.
Y además hay una negación de la realidad. Sobre el euskera, por ejemplo, que no ha habido absolutamente nada. Entonces yo recojo las cosas que se han dicho y se han hecho. Ni lo analizo siquiera, lo pongo sobre la mesa: ha sucedido eso. Mi opinión la doy en la introducción. Si el euskera ha ido perdiendo terreno no es por desidia de los autores vascos, sino que también ha habido medidas administrativas, gubernamentales y culturales para que el euskera perdiera ese estatus de lengua. Todo eso lo estudio desde la revolución francesa. Me interesa la política lingüística de los estados.
Lo que parece manifiesto es que se da la censura. ¿La crisis económica fomenta las situaciones opresivas?
La censura es un tema recurrente, que se da en todas partes, es transversal, está por encima de gobiernos, etc. Hace poco tuvimos un congreso sobre temas censurados, y se veía que tenía coherencia siempre con la utilización excesiva de la fuerza, que tiene una connotación autoritaria, pero que también se puede dar en democracia. Un eclipse de la democracia, como en tiempo de Aznar. Mi tesis es sobre la censura administrativa en tiempos de Franco. Nunca me ha interesado la censura por la censura, en las antípodas de la libertad, sino del euskera, del tema vasco... Ejemplo de censura preventiva es cuando medios de comunicación sin crítica toman los informes de la Policía y los echan a rodar y en cambio tú quieres dar tu versión y esa no te la admiten. Aunque sea simplemente informativa, para contrarrestar. Y ahí hemos encontrado una cerrazón en siete años, no hemos podido intervenir ni en la cosa más sencilla. Fuimos juzgados en la plaza pública antes que en la Audiencia Nacional.
¿"Berria" ha logrado cicatrizar la trágica muerte de "Egunkaria"?
Con Berria se consiguió demostrar la capacidad de reacción que tiene este pueblo, tocaron nervio. Llegaron al corazón y la gente reaccionó y se pudo hacer un periódico con más adhesiones y más lectores. No pensamos que se pudiera conseguir. Ahora, la pena siempre es que el primer periódico en euskera (Eguna fue provisional, en la guerra) terminara de esa manera, acusado de terrorista, cerrado sin pruebas, sin juicio... es algo increíble. Dice mucho y mal de la justicia española. El resto, como proyecto periodístico sigue igual.
¿Escribir libros es una forma de exorcismo, una liberación?
Para mí, un servicio. Al no ser un creador literario, es una forma de de decirle a mi país "De aquí venimos, aquí estamos, nos han hecho esto...". A medio camino entre periodista y sociólogo. Más de una vez me preguntan si no hago novelas. Y yo digo: Novelas como la vida misma no existen, la realidad es riquísima.
La enseñanza, ¿enseña al profesor?
Yo no tengo vocación docente.
¡No me lo puedo creer!
No enseño, soy adogmático, no quiero imponer una visión de las cosas.
¡Eso es que es un buen profesor!
No, no, no lo soy. Muestro y si puedo demuestro. Llevo viviendo conmigo 68 años, y me conozco un poco (risas), y sé, por ejemplo, que no soy líder. Soy un buen trabajador. Lucho por una idea, pero soy muy de equipo.