LA NOVELA: En los albores del siglo X, la península Ibérica se
encuentra dividida entre los reinos cristianos del norte y el emirato de
Córdoba en el sur, lugares donde se desarrolla esta historia.
Atrapados entre ambos, el
clan de los Banu Qasī, ya en horas bajas, defiende a sangre y fuego su posesión
más preciada, la ciudad de Tudela. Sin embargo, los dominios que han conservado
durante dos siglos se encuentran ahora en tierra de nadie, allí donde se
producirá el choque inevitable entre dos civilizaciones irreconciliables.
Con el rigor histórico que lo
ha caracterizado desde la primera entrega de la trilogía, Aurensanz nos
deleita una vez más con su enorme capacidad para convertir documentos en
historia narrada y transportar al lector, mediante detalladas descripciones, a
otro tiempo y otro lugar. En esta última entrega deja claro que posee un
formidable talento narrativo que parece haber alcanzado su absoluta madurez.
EL AUTOR: Carlos Aurensanz es licenciado en Veterinaria
por la Universidad de Zaragoza y desarrolla su actividad profesional en el
campo de la salud pública. Aunque su interés por la Historia no es reciente,
para él fue un hallazgo la lectura del Muqtabis, una crónica
árabe escrita mil años atrás, en la que el historiador Ibn Hayyan
relata, entre otros, los apasionantes acontecimientos ocurridos en torno a la
ciudad natal del autor, Tudela, en aquella época convulsa. Tres años de
investigación y de trabajo sobre este momento de la Historia, han dado como
fruto Banu Qasi, su primera novela.
Entrevista publicada en el
DIARIO DE NOTICIAS DE NAVARRA (http://www.noticiasdenavarra.com/) el 20 de octubre de 2013. Redactora: Ana Oliveira
Lizarribar
El veterinario tudelano se
ha enganchado a la escritura de la mano de una trilogía sobre una dinastía de
muladíes tudelanos que dominaron el valle del Ebro durante 200 años, con
importantes alianzas y parentescos con vascones y árabes. La tercera de las
novelas se centra en 'La hora del califa'.
pamplona. Con esta
novela cierra la trilogía sobre los Banu Qasi. De hecho, uno de sus fines ha
sido dar a conocer a esa dinastía tudelana, ¿considera que lo ha cumplido?
Bueno, en realidad no es que
tuviera ningún objetivo. Empecé a escribir por afición y me gustó esta
historia, que para mí era prácticamente desconocida. Con motivo del 1.200
aniversario de la fundación de Tudela, cayó en mis manos mucho material, empecé
a interesarme por el asunto y pronto me apasionó la figura de Musa ibn Musa, un
personaje muy atractivo. Me extrañó muchísimo que en el colegio nadie nos hubiera
contado nada de una familia que estuvo por aquí durante 200 años dentro de una
dominación musulmana de 400. La cuestión es que empecé a documentarme y al
final supongo que la historia me atrapó. También me pareció un buen tema para
empezar a escribir, y lo utilicé, pero solo como entretenimiento.
Pero aquello se convirtió
al cabo del tiempo en un manuscrito de 700 páginas.
Sí, me pregunté qué hacer con
él y decidí apostar a lo grande, quizá por ingenuidad, lo mandé a las
editoriales importantes y tuve la inmensa suerte de que Ediciones B se
interesara por el libro. Cuando me dijeron que me publicaban ni me lo creía;
después salió y las críticas fueron muy buenas y la respuesta de los lectores,
fantástica. Luego vino la segunda y ahora la tercera.
Se enganchó mucho a esta
saga familiar.
Sí, es que está en el origen
de nuestra historia. Musa e Iñigo Arista eran hermanos de madre y esa relación
familiar fundamentó una relación que de alguna manera propició incluso el
surgimiento del Reino de Pamplona. Los musulmanes de la Ribera apoyaban a sus
parientes de las amenazas que venían del Norte. Y, al revés, ya que los
pamploneses ayudaban a sus parientes de la Ribera en los riesgos que venían de
los emires del Sur. En concreto, en 824, después de que los vascones ganaran la
segunda batalla de Roncesvalles con la ayuda de los Banu Qasi, surgió la enorme
figura de Iñigo Arista.
En la primera entrega se
centró en la relación entre Enneco Iñiguez, luego Iñigo Arista, y su
hermanastro Musa ibn Musa; en la segunda abrió el marco y se fue hasta Córdoba
con Onneca, ¿qué nos cuenta en la tercera novela?
La segunda parte ya era una
novela más coral, compleja y ágil y esta tercera se corresponde con la época de
declive de los Banu Qasi. Ese momento coincide con el surgimiento de dos
figuras clave. Por un lado, está Sancho Garcés I en Navarra, el gran rey que
inició la reconquista sistematizada, y, por otro, la aparición en Córdoba de
Abderramán III, el primer califa de Al-Ándalus. Este personaje me atraía
muchísimo y, al final, es el que acapara el protagonismo de esta tercera
novela.
¿Y qué pasa con los Banu
Qasi en medio de estos dos gigantes?
Pues ahí están, aguantando,
sufriendo en medio de la pujanza de los reinos cristianos del norte, que
empiezan a avanzar hacia el sur dominando la zona del Ebro y pasando por encima
de sus intereses; y los emires cordobeses no pueden ayudarles porque están
inmersos en una auténtica guerra civil. Además, Abderramán III se da cuenta de
que ya han jugado el papel que debían jugar y les sustituye por una familia más
árabe. No hay que olvidar que los Banu Qasi eran conversos, muladíes; de modo
que se trasladaron a Córdoba y ahí ya aprovecho para cerrar su historia junto
al califa.
Se nota que la figura de
Abderramán le ha atrapado.
Sí, y entre otras cosas
porque también tiene una relación con Pamplona. No hay que olvidar que es hijo
y nieto de vascones, tres cuartas partes de su sangre es vascona. Aprovecho esa
relación para unir la historia de Pamplona y la de Córdoba.
A pesar de los 200 años
que los Banu Qasi dominaron el valle del Ebro, apenas son conocidos, incluso
para los navarros y los tudelanos. ¿A qué cree que se debe?
La historia la escriben los
vencedores. Hubo una reconquista y después de ella se hizo tabla rasa. Hay que
tener en cuenta que en la Ribera hubo nada menos que 400 años de dominio
musulmán, aunque no merece más que una página en los libros de texto. Es
lamentable. El otro día, estaba hojeando con mi hija de 13 años su libro de
Historia y vi que el Islam solo ocupa dos páginas. Son 400 años de nuestra
historia y nuestros hijos deberían conocer al menos cuáles son sus orígenes.
La labor documental de
esta trilogía ha tenido que ser enorme.
Y fundamental. Cuando estás
escribiendo una historia como esta debes estar muy seguro de lo que haces
porque los lectores de novela histórica son muy exigentes. De hecho, a veces
saben tanto o más que el autor. Como cometas un error, enseguida te lo detectan
(ríe). Además, la documentación sirve para buscar los detalles: cómo vestían,
cómo comían, el tiempo que les costaba hacer un viaje, la moneda que usaban,
qué lengua hablaban... Esa es la parte que más cuesta, tienes que leer mucho, a
lo mejor te descargas tesis doctorales de 300 páginas para encontrar solo un
detalle. Pero una vez que tienes todo eso ya en la cabeza, escribir es un
proceso más fluido, es la parte más placentera.
Con la Historia sucede que
encontramos en el pasado muchas reminiscencias con el presente.
En este caso más de las que
nos parece. Hace unos días me pidieron participar en un libro de relatos cortos
de base histórica para una causa benéfica, he empezado a dar algunas pinceladas
y la cosa se me ha ido por ahí, al paralelismo entre aquella época y esta en
temas como los abusos del poder, los resortes que usaban los gobernantes para
tener a la gente bajo el yugo, la propaganda, cómo engañaban al pueblo con el
pan y circo de toda la vida –ahora tenemos el fútbol y el Sálvame–, y estoy
descubriendo que hay muchos más.
Será que no cambiamos
tanto.
No cambiamos nada, o, en
cualquier caso, a peor. Repetimos nuestros errores, entre otras cosas por lo
que siempre se dice, y es que el pueblo que no conoce su historia está
condenado a repetirla.
A medida que iba
publicando las novelas, siempre decía que el momento de la llegada a las
librerías era especial y que esperaba las opiniones de los lectores y de los
críticos con mucho interés.
En la primera novela las
sensaciones fueron más intensas, luego me fui haciendo y ahora ya tengo algo
más de confianza. Además, con esta más porque he disfrutado mucho y sé que al
lector le va a sorprender en algunos momentos. Hace una semana que se ha
publicado y todavía no tengo ninguna referencia de lectores, pero si las dos
primeras han gustado, esta también.
Lo suyo ha sido llegar y
triunfar, habida cuenta de las cifras de ventas, y eso que no había escrito
nada antes.
Pero nada de nada. Lo único
que recuerdo son unos relatos de terror con los amigos del pueblo donde pasaba
el verano a los 13 o 14 años. Nada más. Lo que es cierto es que siempre he
leído mucho, últimanente sobre todo novela histórica.
¿Le ha picado el
gusanillo, ya está con otra historia?
Sí, es una maravilla, pero
también es muy difícil de dejar. Escribí la primera novela sin plazos, sin
presión; para la segunda ya los tuve y en la tercera también, así que acabé con
una cierta necesidad de desconectar. Me propuse dejar pasar un poco el tiempo,
pero me ha durado quince días (ríe). Había empezado ya con otra novela
histórica ambientada en la época del Califato, pero antes del verano se me
cruzó otra idea de esas que surgen como un garbancito y empiezan a crecer. Me
acuerdo que se me encendió la bombilla afeitándome ante el espejo y en cuestión
de una semana me fui apasionando. No tiene nada que ver con la novela
histórica, va a ser una incursión en la novela negra ambientada en la Guerra
Civil y en la posguerra y la tengo tan avanzada que quizá la tenga terminada
para final de año.
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