jueves, 30 de noviembre de 2017

LAS CALLES INTERMINABLES (ALBERTO IBARROLA OYÓN)

A finales de los años 80 del siglo XX, los diferentes movimientos juveniles responden al cambio político. Algunos asumen el lema sexo, droga y rock and roll como los principios de su sistema de valores. La novela Las calles interminables retrata a la juventud de aquella época, en una especie de alegoría agridulce del felipismo. En sus páginas, se manifiesta de qué modo afectaba a la sociedad el fenómeno del terrorismo, tanto de ETA como del GAL. En este sentido, el autor busca enriquecer el debate sobre el relato del conflicto vasco o, mejor dicho, vasco-navarro. Asimismo, aborda el tema de la pobreza, de la precariedad laboral y de los sistemas de protección y bienestar social de aquellos años. Todo ello en el contexto del fin de la Guerra Fría, la perestroika y la inminente caída del Muro de Berlín, elementos que explican en parte el comportamiento de un sector importante de la juventud. Así, aparecen rockeros, hippies, punkies, yonquis... una diversa fauna urbana que, en cierto modo, se ha visto recompensada en nuestros días por la concesión del Premio Nobel a Bob Dylan, uno de los máximos exponentes de la contracultura. A la vez, las figuras e imágenes de las consecuencias del maltrato escolar o bullying y de la presencia de adolescentes con alta capacidad intelectual se muestran como problemas que la sociedad no sabía tratar ni resolver. Mientras tanto, la Universidad Pública recibe un enorme impulso y surgen las primeras generaciones de universitarios de origen proletario.
En este contexto social, Antton, un muchacho de apenas dieciséis años, simpatizante abertzale y aficionado al rock duro, se adentra por las calles más peligrosas de su ciudad, localidad indeterminada de la Zona Media de Navarra.

Para saber más sobre el autor: https://albertoibarrolaoyon.wordpress.com/




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